Reloj de Sol.pdf - Banco de Reservas

Carmen Quidiello de Bosch
ahora tampoco tienen las concursantes (especialmente las
de fuera) gran cosa que enseñarnos. Eso del “blower”, por
ejemplo, lo aprendimos nosotras las sirenas de por estos
rumbos desde que se inauguraron — y no fue ayer — los
vientos alisios. Y en cuanto a teñido mucho menos. Ninguno
más atractivo o sexy, que es como se dice ahora, que
el que los fenicios nos obsequiaron cuando empezaron a
bregar con unos moluscos de los cuales sacaban la púrpura
(nombre también de los moluscos) y que nuestras antepasadas
se los metían en sus redes (las de los fenicios, valga la
aclaración) a modo de pasatiempo…porque todavía no se
habían inventado los crucigramas.
Y a propósito de este sol tan maravilloso — de este día
miércoles por la mañana — nunca he dudado de ese dicho tan
repetido de “que no hay nada nuevo bajo el sol”, o bajo el agua,
en mi caso. Pero lo que sí no puedo comprender — y aquí cabe
la duda que no tenía antes — es por qué en estas costas del cálido
y transparente mar Caribe, espejo de aguas, dónde Colón
vio una representante de nuestra estirpe, tiene que hacerse tanta
bulla, tanta alharaca y tanto gasto — sobre todo tanto gasto
— para traernos bellezas importadas a granel –made hasta en
Findland, que suena más o menos a fin del mundo- cuando
con esas divisas se podrían traer cargamentos tras cargamentos
de socorro (especialmente de cosas digeribles) para quienes
se quedaron sin nada cuando pasó esa tormenta horrible con
nombre de varón.*
No creo divagar…Lo contrario…sé que estoy aquí varada
— eso sí, muy a gusto- hasta el próximo plenilunio (el de enero)
y su consiguiente pleamar; pero como siento aún antes de
partir una invencible nostalgia por estas bellísimas aguas lloro
lágrimas de larimar que voy recogiendo una a una para dejárselas
como despedida en la latica donde recoge caracoles el hijo
del pescador por si puede vendérselas a los turistas, si es que
llegan, porque con tantas peticiones de ayudas y préstamos al
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