Reloj de Sol.pdf - Banco de Reservas

Carmen Quidiello de Bosch
bramiento todo lo anterior o viene a remover los cimientos de
las convicciones estéticas que hasta ese momento parecían inconmovibles.
Tal situación, como experiencia personal no es sin embargo
frecuente. Puede ocurrir, en condiciones afortunadas alguna
que otra vez en la vida como en este preciso caso cuando sin
mayor preparación previa (apenas una que otra referencia entrevista
en alguna publicación o en algún artículo o catálogo
especializado) llegamos sorpresivamente ante una de las maravillas
de nuestra cultura contemporánea: el edificio-sede de la
Filarmónica de Berlín.
Aquí se impone el nombre del artista — en este caso, arquitecto
— proveniente de la famosísima escuela Bauhaus: se
llama Hans Scharoun.
La estructura vista desde afuera es sorprendente porque no
se parece a nada de lo que hayamos admirado anteriormente en
ninguna parte. Si alguna respuesta nos provoca es que hemos
llegado al templo del futuro…
Pero una vez dentro, desde los vestíbulos de acceso, que
son varios y no uno solo, concluyentes o alternantes en distintos
planos, pero fluidos en un sentido de desdoblamiento en
que se multiplican los espacios, nos previenen de que estamos
ante un acto de creación original absoluto; ante una concepción
estética que no conoce antecedentes; ante el equilibrio
del desequilibrio; ante la ruptura de todos los cánones conocidos;
ante una asimetría total no ya encontrada sino buscada,
pormenorizada, instituida como nueva regla de oro en cada
uno de los niveles funcionales, tanto como estéticos, del edificio
que ya en esos planos se nos manifiesta no sólo como
la concreción del futuro que habíamos intuido, sino como la
concreción estructural — cemento y hormigón — como templo…
de la música.
Del folleto que se provee a los visitantes del recinto-sede
que lo soliciten extractamos (traducción libre a vuelo de pája-
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