Reloj de Sol.pdf - Banco de Reservas

Desde la dialéctica universal vigilia sueño
S e palpa la madrugada en el canto del gallo, en el lento despertar
de ruidos insinuados, en el boceto de escasos relieves
de las casas vecinas, en la todavía incipiente conciencia de lo
que nos rodea… Se palpa la madrugada o más bien se adivina
cuando el día está ausente todavía. El consciente nos bombardea
con espasmos de día y hora, y el tiempo — el cronos — se
apodera de nosotros para reducirnos a una dimensión exacta:
la de nuestra propia piel. Hasta ese instante pertenecíamos al
Cosmos, al ámbito irreducible de vida dentro de la vida enmarcada
en la Biosfera. Nuestra participación era la misma de
la noche, la misma del mar, la de los seres diminutos, la de los
peces de colores o la de los monstruos marinos; la del girasol y
la del almendro.
El acto perentorio — ¿involuntario? — de dormir nos hace
partícipes de la naturaleza como un todo; nos anula en la misma
medida que nos ensancha.
El estado de inconsciencia (del sueño) nos transporta a
una clase de unidad profunda con lo elemental. Nuestro metabolismo
básico — esto dicho sin pretensiones científi cas
— es uno con el de la naturaleza que nos rodea. Sumidos
en nuestro propio inconsciente participamos sin embargo de
una anatomía universal. En este ámbito no existe la descarga
hormonal fulgurante de la que nos servimos para reaccionar
ante lo imprevisto o ante el reto que la vida consciente lleva
aparejado con todas sus implicaciones. En el sueño nos
concentramos y nos diluimos en la fórmula sombra — sueño
como quien retorna a una matriz universal que nos permite
renovarnos –para recomenzar, para darnos a luz — en la luz
renovada de cada día.
303