Reloj de Sol.pdf - Banco de Reservas

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Reloj de Sol jer) con la cual él puede, siempre que así lo desee, descargar su enojo y echarle la culpa de todo — de cualquier cosa — . Hasta la de haber él tropezado en algún momento con la alfombra de su casa según nos cuenta en forma regocijante el gran escritor lusitano Eça de Queiroz: “Penélope condenada…” Y, por si fuera poco, él sabe que Penélope lo espera mientras cuida de la estirpe en Telémaco, el hijo engendrado por él; mantiene la heredad del reino y aún más, ella sabe tejer y destejer en el telar de lo cotidiano (mundo opuesto a la dimensión heroica en la que él habita, pero tan importante o más que ella) en tanto dure su prolongada ausencia… De ahí que el regreso caracteriza a Ulises tanto o más que cualquiera otra de las hazañas realizadas por él fuera de los límites de su propio territorio puesto que es en Itaca donde ocurre la tensión máxima asumida por el héroe en ocasión de ese regreso y en el momento de tener que tensar de nuevo el arco — hecho para su brazo — que sólo él en Itaca ha podido tensar jamás y que lo revela ante sus contendientes como fuerte y hábil, sabio y pragmático, lúcido y coherente: vital. Sobre todo, vital y capaz de hacerse presente en el momento preciso para confundir a sus enemigos, darles batalla y desplazarlos. Este tal Ulises conoce, en verdad, los fracasos, y no es el vencedor invicto en todas las circunstancias. Pero es el luchador auténtico que no se derrota a sí mismo sino que pelea con tanto optimismo como realismo sumando todos los recursos disponibles que le depara su propia condición (sus capacidades). Y quién sabe si todo ello incluye también algo de suerte… Ulises — el tal Ulises, pragmático, luchador inveterado y curtido con la sal de muchos mares es, pues (nos lo dice bellamente Homero), un héroe. Pero también es un hombre — todo un hombre — y como tal susceptible de que le sean rendidos merecidos homenajes a cualquiera hora y siempre. Mis simpatías, no obstante, a propósito de valuar aquí a la pareja, siguen estando del lado de Penélope, pero sería ésta la 251
Carmen Quidiello de Bosch ocasión de preguntarnos: ¿Y de qué lado estarán las preferencias de la propia Penélope? (Lectoras y lectores, pueden ustedes opinar, sin duda, lo que gusten, pues el caso de la pareja humana es y será siempre tan irreductible a esquemas como apasionante). Aunque puede darse que ésa sea también la opinión de ustedes. ¡AHORA! *No.992* 25 DE NOVIEMBRE DE 1982 252
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