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Reloj de Sol
Así canta cuecas, zambas, marineras del Perú, el candombe
uruguayo; música norteña de su Argentina natal, aires de su
Tucumán nativo que huelen a polvo del camino; que saben a
gloria de cosa auténtica imposibles de cantar si no se lleva en
las venas un mestizaje patente, glorioso, como el de ella misma.
Pero hay más: esta cantautora alterna su propio repertorio,
fruto de su inspiración, con el de otros talentos: una miríada de
autores, muchos de ellos ya consagrados y a quienes ella consagra
de nuevo en la copa de plata de su voz, como quien hace
un brindis… Así canta, por ejemplo, “Un son para Cándido
Portinari” con letra de Nicolás Guillén y música de un autor
argentino cuyo nombre se me escapa… El estribillo que nace
se su voz “Esta noche se puede, se puede…” nos conmueve las
raíces del alma…
Pero esto no obsta para que ella contribuya a editar fuera de
su lugar de origen con prolijidad casi maternal a otros autores
jóvenes y muy jóvenes. Pues cuando va a pasar de un número a
otro, de una canción a otra, tiene un cuidado exquisito en pronunciar
el nombre del autor o autores (letra y música incluidos)
con tanto amor y solidaridad como si se tratara de hijos o de
hermanos. De ésa su magia evocadora contagia al público que
cree reconocer los talentos que aún no conoce.
Así nos habla, de Milton Nascimento — de la nueva camada
de autores jóvenes, según sus palabras — y el más connotado
actualmente en su Brasil natal, autor de una preciosa canción
que se llama María con la que dice, sin frases altisonantes, el
valor de cualquiera mujer “del común”; “una mujer que merece
vivir y amar, como otra cualquiera del planeta”, lo que equivale
a una reinvidicación tan pura y total que apenas necesita para
ello de un nombre: María.
La gesticulación y el andar con que Mercedes acompaña
a esta “María” es tan sensacional que nos la revela como una
militante fervorosa encabezando una muchedumbre de Marías
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