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Reloj de Sol
¿Qué conmovió particularmente a Teresa de Calcuta para
que ella pensara derivar parte de los recursos de que dispone
— siempre muy limitados en comparación con las arcas del
municipio de la ciudad de Florida (Miami) cuyo solo nombre
hace evocar el lujo y la abundancia — para orientarlos hacia los
desvalidos del centro de Miami?
¿Es acaso que los menesterosos, las prostitutas y los alcohólicos
son una raza aparte en medio de la sociedad de la abundancia?
Si el jueves pasado hablamos de las taras del coloniaje imbricadas
en las estructuras sociales de la India como núcleo
causal de gran parte de los males del sub-desarrollo de la India
(mencionando expresamente a Calcuta), ¿qué taras aparecen
como causa de extrema miseria material y moral y de desamparo
en las calles del centro de Miami, tan lejos de Calcuta?
¿Es que existe una especie de coloniaje entre las minorías
inadaptadas culturalmente, entre los hijos del éxodo de los países
sub-desarrollados entre la propia población discriminada
— también auto-discriminada y abúlica — de ese Sur suntuoso
y superabundante?
Lo que los ojos de la Madre Teresa ven seguramente no es
sólo la miseria material de sus futuros pupilos; ven también seguramente
la falta de calor humano, la falta de esa caridad que
a ella le sobra, la falta de comprensión para sus insuficiencias
— de nivel y de preparación — para sus fallas y para sus lacras
— extremas a lo que parece — que no se pueden socorrer con
tikets de comida y ropa, expresión mecanicista del subdesarrollismo
en que vive una sociedad más moralista que moral.
Miami, una de las capitales más connotada de la vida urbana,
del modo de vida americano, parece tener un centro lacerado,
abierto y llagado, doloroso y olvidado que necesita de la
Madre Teresa.
A nuestros pobres emigrantes ahogados y sofocados en calderas
de muertes, que a ellos pobrecitos, les habrán parecido
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