Reloj de Sol.pdf - Banco de Reservas

Los elementos y los hombres
El ojo del huracán
La pirámide
N oticias contundentes nos recuerdan que en el espejo predominantemente
azul turquesa del Caribe, hay época —
ésta en que estamos actualmente — en que puede asomarse de
cuando en vez un rostro limpio, con un ojo cruel y único — de
por vez — que devasta y arrasa todo allí donde cae su maléfi ca
mirada.
En esta zona donde la propia piel es el atuendo ideal inigualable;
donde la Naturaleza exultante nunca nos es ajena porque
podemos convivir con ella y en ella en forma cotidiana, íntima;
donde el paisaje no hay que verlo a través de cristales protectores
sino que es parte de nuestro habitual ser y estar con sólo
apetecerlo e ir a buscarlo como a un amigo porque, en verdad,
nada nos separa de él en forma marginante… ni el rigor de las
estaciones, ni la naturaleza extrema de las mismas, aunque, en
forma excepcional, ocurre, sin embargo, un fenómeno inquietante
y aterrador en determinadas épocas del año, el huracán,
enemigo irreconciliable de nuestro bienestar casi paradisíaco,
angel de la muerte, si lo hay, que con su rayo fl amígero hiriendo
no ya el espejo de nuestras aguas circundantes, de nuestro
mar, sino que hiere a mansalva pobres estructuras materiales
para hacer más crueles aún los males que nos agobian – no por
efectos de ese solo mal excepcional y aterrador sino por efecto
de los males acumulados del subdesarrollo.
Cuando el huracán con su ojo maléfi co de brujo poderoso
se hace presente no hace falta que se nos anuncie con métodos
sofi sticados (vía satélite); días y horas antes un malestar general
invade nuestras poblaciones; el aire se infl ama como antor-
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