Reloj de Sol.pdf - Banco de Reservas

¿Por quién cantan los gallos en
la República Dominicana…?
H oy, día primero de septiembre, cuando se nublan las calles
y las aceras de pequeños uniformados y de padres afanosos
por llegar con puntualidad a su primer día de clases del
curso que comienza y que cubrirá el período escolar de 1983
a 1984, nos preguntamos, ciertamente sin candidez, aunque sí
con amargura, ¿por quién cantan los gallos en nuestra querida
República…?
No, ciertamente, por los niños que quedarán marginados
de la escolaridad, que suman la pavorosa cantidad de más de
un millón dispersos en pueblos y poblados y en los barrios
marginados de nuestras ciudades principales.
Según datos ofrecidos por la Secretaría de Educación hay
alrededor de 350 mil niños accedidos biológicamente a la edad
escolar pero que por falta de la infraestructura indispensable,
(llámese aulas y maestros, llámese caminos, llámese ausencia
de sentido de responsabilidad de las esferas ofi ciales no ya de
una administración sino de todas las sucesivas acumuladas y
presentes) no podrán recibir en el año escolar 1983-1984 ese
alimento espiritual que los educadores de principios de siglo
llamaban “el pan de la enseñanza”.
Este contingente de criaturas sin escolaridad estarán condenadas
de por vida a la indigencia física y moral, a la marginalidad,
a la dependencia…
¿Por qué?
Simplemente, porque no se ha proveído para ellos. Porque
ellos son y serán, ya para siempre, material desechable en su
propia tierra, en su propio país, que les debe asistencia como un
derecho inalienable por el sólo hecho de haber nacido en él.
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