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Carmen Quidiello de Bosch
se sentaban en el banquillo de los acusados en tiempos de la
Inquisición.
De otra parte en cualquier generación los éxitos personales
se llevan — si hay calidad humana apreciable en el individuo —
con soltura también, con dignidad y hasta modestia. El éxito se
justifica a sí mismo. Aunque bien es verdad que el éxito demasiado
grande — o demasiado pronto — sí habrá que justificarlo,
sí tiene que hacerse perdonar las más de las veces. Al mismo
tiempo, cuando el éxito profesional, o de negocios, o de cualquier
otra índole, desemboca en niveles sociales muy altos entonces
hay que servir ese éxito en forma constante cuando no
tiránica. Porque de otra manera se entraría en la clasificación
de los misántropos, de los excéntricos. La sociedad competitiva
requiere que sean pagados tributos y diezmos… so pena de
entrar en la categoría de los inadaptados o de los fracasados.
Pero, ¿es que vamos a cultivar el fracaso por temor al éxito?
No, de ninguna manera. Las categorías extremas contextuales,
si se permite la expresión, nos vienen impuestas cuando todavía
no estamos preparados para aceptar ni lo uno y ni lo otro.
Nadie estudia su ecuación vital con la mira puesta propiamente
en una expresión que puede ser tanto positiva como negativa
(externa). La pasión del conocimiento, o de la vivencia, llámase
arte o ciencia; la incorporación de la experiencia como tal en
cualquier rama del quehacer humano; la entrega a la disciplina
del saber o del poder hacer: arte, oficio, ciencia, técnica, trabajo
— cualquiera que éste sea — fluye desde una cotidianidad inmanente
que sirve un propósito, una causa… El artesano vence
más o menos toscamente más o menos refinadamente la materia
con la cual trabaja. En todos los casos. El científico investiga
o aplica su ciencia. El artista busca una nueva pista de despegue
para lograr una comunicación nueva a través de su medio de
expresión: música, pintura, escultura, danza, etc. etc. El obrero
manual también — a su modo — crea un ritmo personal dentro
de su cotidianidad, si bien el obrero mecanizado carece de
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