Reloj de Sol.pdf - Banco de Reservas

Impresiones de viaje
(Berlín I)
D ejando atrás las Españas, porque España es una y varias,
se penetra al país alemán por la espléndida puerta aérea
abierta de Frankfurt. España mestiza — mozárabe, judía y cristiana
a un tiempo, celtíbera, ibérica, vasca también y además
goda y visigótica — es un mosaico de culturas y un muestrario
de entrecruzamiento de razas, de usos y costumbres tan abigarradas
como sorprendentes. Pero una vez cruzados los cielos
más allá de los Pirineos se entra en un paisaje físico y humano
mucho más homogéneo, mucho menos sorpresivo cuanto más
hacia el norte — en diagonal ascendente- nos desplacemos. Los
prototipos nacionales y la gran mayoría de la población encajan
allí dentro de un modelo repetido de una generación a otra.
Naturalmente que el trasiego humano que permite Europa
dadas las facilidades fronterizas que ofrece y la cercanía relativa
en que se hallan los países que la forman, permite también
observar la presencia de un por ciento apreciable de población
fl otante, es decir, no autóctona, que ya como turistas, ya como
inmigrantes se halla presente en cualquier momento del año y
especialmente durante el corto verano boreal.
La Alemania Federal no es una excepción; al contrario, si
acomodados en cualquier café berlinés al aire libre pasamos la
vista a uno u otro lado pronto percibimos más allá del acento
gutural de las conversaciones, más allá de las maneras, más allá
de los trajes y las modas, lo que es el hombre y la mujer medios
del país que ya sabemos que son pulcros, industriosos, organizados,
metódicos, amantes de la buena mesa y de la buena
música; no por cierto el Fritz y el Otto de los cuentos pseudovernáculos
que allí se afi rma son de invención forastera. (Lo
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