Reloj de Sol.pdf - Banco de Reservas

El Mensaje
L a puerta entreabierta me permite el paso más allá del umbral
y más allá del triángulo de luz que se proyecta en el
piso marcando un límite que no quiero forzar aun cuando el
mensaje que debo entregar es urgente e impostergable.
Sentada, una fi gura de hombre joven enteramente abstraída
en lo que parece ser la lectura de algo que sostiene sobre la
mesa pero que no alcanzo a defi nir en la penumbra del comedor
de esta casa sin estilo aunque de ambiente acomodado, me
impone la necesidad de hacerme notar. Saludo con una frase
convencional y espero. Ni el más ligero gesto acusa la más mínima
reacción al saludo hecho en voz alta. Me devuelvo para
tocar con los nudillos de los dedos en la puerta que acabo de
franquear y aunque me esfuerzo por vislumbrar cualquier reacción
indicadora de que ha sido notada mi presencia y todavía
con el puño cerrado para hacer un nuevo intento de hacer trepidar
la madera, reconozco en algo de la fi gura que observo que
su ensimismamiento está más allá de mi alcance.
Puedo cruzar la sala, tocar la fi gura ensimismada, forzar
mi presencia y cumplir el cometido que me ha hecho llegar hasta
aquí, pero de alguna manera un extraño estupor me inhibe
como si comprendiera que al traspasar el vano de la puerta me
hubiera deslizado inadvertidamente en un mundo irreal donde
los sentidos con su maravillosa simultaneidad y ajuste a estímulos
de causa y efecto hubieran quedado dislocados, como
por efecto de una pesadilla.
Cuando me dispongo a salir porque no quiero forzar una
realidad que me sobrecoge tal vez porque no logro defi nir su
contorno y porque no quiero romper las reglas del juego que
están únicamente en manos del Destino, mientras traspongo
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