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Reloj de Sol
científico-técnico aplicado a la producción sino porque durante
mucho tiempo — centenares de años en muchos casos — esas
sociedades acumularon riquezas exorbitantes que no les pertenecían;
crecieron y se desarrollaron no solamente a expensas
de la explotación de sus propias clases oprimidas, de sus trabajadores,
sino a expensas de lo que en términos sociológicos
se llama la explotación del proletariado externo: aquel situado
más allá de sus fronteras naturales, el situado en las colonias de
ultramar, explotadas hasta grados inicuos de padecimiento y
sumisión…
El fenómeno colonial como tal está tocando a su fin… Pero
persiste el fenómeno neo-colonial con todas sus implicaciones
territoriales de dominio y beneficio de la metrópoli, pero sin
ninguna responsabilidad “política” aparente de lo que en esos
territorios ocurra.
Paralelamente, el neo-colonialismo (ése que padecemos),
produce al pseudo — colonialismo y éste a su vez genera el éxodo
del que en esta mismas columnas nos hemos ocupado antes,
situado no ya en límites externos sino internos de la metrópoli
porque allí se dirigen los emigrantes, los desplazados — las minorías
raciales, los espaldas mojadas, etc., etc. — derivados de
los excedentes humanos del Tercer Mundo que no solamente
no pueden remediar a sus viejos ni a sus niños, sino tampoco
a hombres y mujeres ávidos, llenos de vigor y de la voluntad
necesaria para producir, por medio del trabajo, un modo de
vida justo y adecuado a sus necesidades que les fuera negado
en su propio país de origen. Esa productividad no encauza, ese
capital humano no aprovechado y explotado por sociedades
super-desarrolladas que acumulan riquezas inconmensurables
que pueden ser volcadas -¿y cómo no? — hacia la seguridad
social de todos sus conciudadanos.
Comparado el caso de los emigrados con el patetismo de
esos jubilados venidos a menos en una sociedad que acapara
recursos propios y ajenos inmensos, aunque no deja de tocar-
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