Reloj de Sol.pdf - Banco de Reservas

A quien pueda Interesar
P odría tratar de dar una impresión menos cruda — más convencional
— de lo que me propongo decir. No lo haré: el
egoísmo exteriorizado abiertamente y sin pudores parecería —
de primera intención — una casi blasfemia, un pecado. Pero en
el punto y hora en que se tratara de encubrirlo, de desnaturalizarlo
— si quiera en apariencias — , en procura de hacerlo más
degustable para otros… a mí, en cambio, habrá de parecerme,
cuanto menos natural y espontáneo, menos legítimo también.
Me declaro, pues, sin más, en estado de egoísmo. Otros se
podrán declarar en estado de gracia, o de humor, de iluminación
o de locura. Tal vez hasta de “comunicación” con el más
allá o el más acá. Yo me declaro en estado de egoísmo limpia y
llanamente. Y lo hago como quien entra por primera vez a su
propio hábitat natural, a su propia concha construida con sus
propias manos y hasta con sus pies que le conducen a ella, ésa
su concha…
En ese estado, contrariamente a lo que podría parecer, no
hay maldad para nadie. Ni rechazo para nadie. Hay sólo aceptación
— ardía eso sí — de mí misma. Es más, me siento desinhibida,
hasta desligada — ajena — a cuantos roles haya creído
estar sirviendo a los cuales hubiera podido estar honestamente
persuadida de haber llenado. El primero que me resulta más
extraño — más ajeno — es aquel del cual estaba imbuida: la
creencia de que era si no indispensable, cuando menos necesaria
para alguien o para algo. Ese preciso rol — el que contiene
más equívocos — por supuesto, no me incluía a mí misma…
La intensa polaridad hacia mí misma que me ocupa hoy me
vacía en forma proporcional de otras preocupaciones. Como
creo que los demás están en igual derecho a sentirse polariza-
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