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Requiem
Beirut, la mártir
El nombre de la ciudad de Beirut se cree procede
etimológicamente del arameo arcaico: lugar de
los pinos; o del canaanita arcaico: lugar de los
pozos. Hoy sería lugar de la muerte según la
más cruel acepción apocalíptica después del ataque
y sitio realizado por el ejército israelí.
A ciencia y paciencia de una humanidad que al parecer se
halla bloqueada de todo resto de sentimientos humanitarios
se desangra Beirut, la mártir, por las venas de los niños que
perecen día a día en esa ciudad sitiada.
En ellos también se desangra el futuro de un pueblo y su
derecho a la supervivencia. Las fuerzas en lucha — las ocultas y
las aparentes — en una región que tiene un sistema venoso que
hincha el petróleo, apuntan hacia el aniquilamiento de una de
las partes confrontadas: evidentemente la que no tiene el apoyo
norteamericano.
Pero hay algo — a largo plazo — , un ingrediente al menos
que jugará un juego a la inversa para los intereses que invoca
Israel, esto es, su autodefensa, ya que al haber usado una fuerza
no disuasoria sino aniquilante y excesiva ha puesto en evidencia
fi nes que no se compadecen con el equilibrio de fuerzas en
la región, lo que — de existir — se traduciría en una esperanza
sostenida de paz; aparte de que el desprestigio político de Israel
crecerá en razón inversa al tamaño de su victoria militar.
Si alguna vez hubo — y tal vez la hubo — alguna justifi cación
para que quedara instaurado el Estado de Israel, cualesquiera
que hayan sido los argumentos empleados para lograrlo,
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