Reloj de Sol.pdf - Banco de Reservas

Mayoría de edad absoluta
S eñores (¡señoras!). El verano de Castilla es tórrido, temible.
La gente emigra a cualquier punto de la costa o hacia
las montañas cargando con pequeñuelos y viejucos en trenes y
autobuses o en cochecitos “Seats” y en aviones, según las posibilidades
económicas lo permitan, pero viajan por poco que
puedan buscar alivio del azote que dejan atrás: el verano en tierras
adentro — continentales — muy distinto al de nuestras
tierras isleñas.
Por tanto, en este primer verano madrileño que ya nos cae
encima, la familia toda se acoge a la invitación amplia y generosa
de un amigo y emigra — más que sale — hacia la costa con
ánimo de sobrevivir al insultante calor y desde luego a solazarse
y reponer fuerzas. Por cuestiones de orden práctico alguien
debe ser el último de la partida y desde luego ese alguien deberá
ser — ¿y como no? — el ama de casa que deberá repasar el
inventario antes de entregar las llaves del apartamento, recoger
correspondencia pendiente, disponer de la impedimenta, etc.,
porque resulta, resulta claro, que el ama de casa es el capitán
de barco que no puede abandonarlo hasta que lo salvable sea
salvado.
¿Pero se salvará el ama de casa?
Hay un momento de duda… cuando en perentorio recorrido
por las calles aledañas me encuentro con un hecho insospechado.
Los pajaritos del parque desfallecen en pleno vuelo
y caen muertos en el pavimento porque el aire quema y sus
pulmones quedan sofocados. Recojo a un par de ellos con la
pretensión de socorrerlos pero ya es tarde. Estos pequeños
cuerpos hablan en término inapelable, bíblico. ¿Estaremos al
borde de una época de pruebas…? ¿Nos azotará una de las sie-
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