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El día del niño desaparecido
(Made in U.S.A)
A partir del año en que fue secuestrado para jamás aparecer,
el pequeño hijo de Lindberg, el aviador que conmovió al
mundo al cruzar solo el Atlántico en su diminuta aereonave “Espíritu
Santo”, no ha cesado de aparecer en la prensa internacional
el extraño y persistente fenómeno de los niños secuestrados o
desaparecidos en el territorio de la gran nación norteamericana.
Hoy por hoy, la Secretaría de Salud pública y Servicios Humanos
del vecino país ofrece las cifras pavorosas de 1 millón
300 mil a millón 800 mil niños desaparecidos anualmente, lo
que se traduce en datos espeluznantes ya que de ellos alrededor
de 50 mil son secuestrados por adultos deseosos de adoptarlos
o utilizarlos en actos de prostitucion infantil y espectáculos de
pornografía. La mayoría de esos niños nunca retornan a sus
hogares. Entre 5 mil y 8 mil mueren o son asesinados.
Lo extraño del caso sin embargo no es solamente que esos
niños desaparezcan para no regresar jamás a los hogares de sus
progenitores, sino que ese fenómeno, por su cuantía así como
por la desgarrante repetición del hecho, no haya hecho mella en
la opinión pública de una población que se precia de tener la libertad
de expresarse públicamente sin cortapisas para producir
una reacción que corresponda a la magnitud y la gravedad de
los hechos. Y al decir opinión pública no estoy refi riéndome a
aquella fuerza que determina la acción ofi cial por medio de sus
representantes en el Congreso. Me estoy refi riendo a la acción
inmediata de los ciudadanos como tales, de todo el conglomerado
social afectado o no directamente por tales hechos.
¿Es que tal afl icción, tal amenaza, que pesa sobre los niños
indefensos y por tanto afecta a doble número de padres, no es
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