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Reloj de Sol
Organización de Estados Americanos (OEA), que había sido
firmada en su Acta Constituyente el 30 de abril de 1948 por
todos los países de la región en el acuerdo de que sirviera para
“fortalecer la paz y la seguridad del Hemisferio Occidental, asegurar
los procedimientos pacíficos para las disputas entre Estados
miembros, proveer para la seguridad colectiva y permitir
la cooperación en asuntos de carácter económico, social y cultural”,
todo lo cual hacía de ese instrumento internacional algo
lógico tanto como deseable así como una supuesta garantía de
paz y de progreso...
Los años que corrieron desde ese 30 de abril hasta el momento
de la invasión a la República Dominicana serían testigos
de que allí donde hubo lo hubo para unos pocos, y que desde
luego, no había paz: paz social, fruto del desarrollo armónico y
equilibrado que debía derivarse para todos y no a expensas de
unas estructuras sometidas a las otras, lo cual generaría violencia
no contempla por la OEA ni por tratado alguno.
En el caso de la República Dominicana es de notar que
el elemento de agresión externo (extrarregional) que hubiera
podido invocarse para usar las fuerzas de invasión estaba
totalmente ausente. Pero la invasión militar se produjo pretextando
la petición de ayuda del ex -embajador dominicano
ante el Consejo de la OEA — que de ese organismo se trata — ,
la cual fue tomada en cuenta a pesar de que dicho embajador
había cesado en sus funciones al desaparecer el Gobierno que
lo nombró, esto es, el Triunvirato de facto que había caído tres
días antes.
Así pues, estando ausente el elemento extrarregional de ataque
y siendo ilegal la petición de “ayuda” solicitada por un embajador
fuera ya de funciones, quedaba en falso todo el andamiaje
pseudo-legal uno en que se apoyó en la invasión militar
norteamericana que devino en una ocupación por las Fuerzas
de Paz (?) Interamericana, tan improvisadas como urticantes.
Fue a partir de entonces cuando quedaron en entredicho
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