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Reloj de Sol
donde hay pleno empleo, donde se ha erradicado la vagancia y
la prostitución, donde la educación es masiva, total y permanente
logrando metas de 6to. Grados para las amas de casa y
para la población obrera y campesina; allí donde la medicina
social sobrepasa las expectativas más ambiciosas y donde la estabilidad
en el empleo y en todos los extremos de la vida cívica
tiene una amplitud que mueve a admiración y respeto.
Con esos logros masivos empuñados como un haz de rayos
en la mano esa entidad que acaba de presentarse ante el foro de
los países no alineados como vocero autorizado no sólo de su
propio pueblo sino de otros que ya quisieran contar con esos
mismos logros, habla con tono firme y convincente del imperativo
de los tiempos: lo que incluye el ejemplo de una sociedad
(la suya) que cambie el concepto de la fatalidad histórica en
la que están sumidos los países dependientes, en otro diametralmente
opuesto: el de que existe la viabilidad histórica del
cambio hacia el progreso allí donde los movimientos revolucionarios
en el poder son capaces de generar la mística necesaria
para concretar los logros más ambiciosos ya no para sí sino
también para sus émulos fraternos convencidos de la bondad
de los procedimientos aplicados correctamente en tiempo y
oportunidad adecuados.
Habla también de que no es posible aceptar como bueno
y válido en esta época en la que se vive el mayor desarrollo de
la técnica y de la ciencia que ha conocido la humanidad, que
mientras se aplican incalculables riquezas y recursos en el más
descarado armamentismo, más de un tercio de la población
mundial está condenada (desde el momento de su nacimiento)
al hambre y la extinción más o menos lenta pero inexorable
debido a que carece de reservas alimentarias, de agua potable y
de lo más indispensable para su subsistencia: médica, vivienda,
caminos, educación y fuentes de energía y de trabajo; y esa
condena le viene a ese tercio de la humanidad sobre todo por
efecto de la ignorancia total de la desculturación de gran núme-
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