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Reloj de Sol
estábamos maduros para percatarnos de ello. Teníamos los ojos
ausentes o cerrados a muchas cosas cercanas y hermosas que
nuestra particular ceguera — inmadurez — no advertía. Estamos
en el adviento de la gracia que vendrá entre pañales humildes
porque de la humildad está hecha la verdadera gracia. Estamos
en el adviento del sosiego que hayamos sabido sembrar
a tiempo en nuestros corazones. Estamos en el adviento de la
alegría por sabernos útiles y sobre todo prestos a serlo.
Pero sólo estaremos en el adviento verdadero, el que tiene
un significado pleno que no puede ser otro que el de la justicia,
cuando todos nos apliquemos a realizarla en nuestro ámbito
personal y social. Y esa es la única y la verdadera paz.
Sin ella ¿qué sentido tendría la epifanía? ¿Qué sentido tendría
la ya próxima Navidad?
¡AHORA! *No. 891* 22 DE DICIEMBRE DE 1980
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