Reloj de Sol.pdf - Banco de Reservas

Carmen Quidiello de Bosch
que tienen el derecho a una vida plena, a un futuro, a una voz,
a un canto de esperanza…
La ductilidad, la musicalidad y el poder expresivo de su voz
–su fuerza, como la de un torrente andino — complementados
con los gestos de esta Mercedes nuestra — porque es de nuestra
América — es una suma poderosa que va desde los registros
más sorpresivos para cantar un canto indígena (de los indios
tobas Chaco argentinos) hasta el lirismo de un “Canto a la vida”
de Violeta Parra, a lo casi litúrgico de la “Canción del labrador”
de Víctor Jara, hasta llegar a un festivo canto de la puna boliviana
— la pollerita — enmarcado dentro de pasos bailables
precisos, preciosos, puros… con que regala a su auditorio esta
mujer multitudinaria: esta única y varias Mercedes Sosa.
El conjunto de todo este espectáculo que es Mercedes Sosa
nos deja un sentimiento de estar en presencia de cosa sagrada;
como si hubiéramos asistido a oficios místicos enriquecidos
con transfiguraciones porque la oficiante se transforma en pájaro,
en lluvia, en aires que dejan en el espíritu una comunión
tan legítima como necesaria con nuestro mundo americano,
con nuestra identidad cultural, vale decir continental.
Matriarcal como lo puede ser la propia tierra americana es
Mercedes Sosa a quien rendimos este sentido homenaje de cariño
y reconociendo a corazón batiente, como el ritmo de la
tambora tucumana con que ella suele acompañarse.
Sería completamente impropio no mencionar la excelencia
máxima de los músicos que completan el espectáculo; los que
para recoger la opinión autorizada de Aída Bonnelly son músicos
profesionales de la más alta calidad en los instrumentos
que cultivan: Narciso Ornes Espinosa (uruguayo), guitarrista;
José Luís Castiñeres de Dios, guitarra — bajo y arreglista, y Domingo
Cura, quien con los instrumentos de percusión “toca
prodigios”.
A todos nuestro rendido homenaje de admiración y gratitud.
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