Reloj de Sol.pdf - Banco de Reservas

Reloj de Sol
tre los dueños de ingenios y haciendas acotados al mismo mar
que hoy rechaza los cadáveres de quienes se negaron a morir
encadenados en pleno siglo XX. Treinta y tres es el número
fatídico de los últimos ahogados a los que se les impidió llegar
a La Florida.
Pero los términos de la tragedia no sólo están en cifras simbólicas
o valores interpretativos sino que desgraciadamente se
sustancian — se actualizan — de manera objetiva y cotidiana,
día por día, hora tras hora, en forma de hambre, de falta de
trabajo y por ende del elemental derecho a la sobrevivencia.
Esos factores son los inductores de un éxodo incontenible, una
estampida, más bien.
Mientras tanto, a nivel internacional se justifican socorros
cuantiosos de toda índole — armas inclusive — siempre que se
trate de salvaguardar la democracia en tanto que en esta pobre
tierra de nadie , perdida no sólo para la democracia sino para
los derechos humanos más elementales, se mantienen representaciones
diplomáticas que implican no solamente tolerancia
sino respaldo a una dictadura sangrienta e inescrupulosa,
corrupta, malversadora e infame tanto en sí misma como en
su origen de herencia vitalicia más propia de las monarquías
absolutas que fueron segadas en su día por la guillotina y que
no tienen razones ni históricas ni políticas para persistir en el
mar Caribe ni en ningún lugar civilizado del planeta.
La causa de que se trate de mantener una situación insostenible
en lo económico, en lo social y en lo político, dentro de
las fronteras de Haití y dentro de un área tan sensible como es
el Mar Caribe, no puede ser la invocación de salvaguardar la
democracia que allí — en Haití — no existe. Debe haber, pues,
otra razón oscura y bochornosa — infame — tanto como la
decisión de hacer morir la dotación entera de un barco negrero
que cumple con retraso fatal su último viaje…
Sería absolutamente necesario que alguien con suficiente
autoridad moral — los recipientes de los premios Nóbel de la
515