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Narciso y su “ismo”
E l simbolismo que se desprende de la leyenda griega a que
hace referencia el encabezamiento de esta página y que trata
de Narciso y por ende de su “ismo” (dando origen al llamado
narcisismo), no es otro que el de la extrema fi jación de un
personaje — en este caso fi cticio, pero muy expresivo — en su
propia imagen, lo que lo lleva a su propia destrucción.
Sin embargo, y puesto que la misma leyenda nos da la ampliación
extrema del caso: su autodestrucción, no podemos
abundar en ese sentido más allá de lo que explica el propio
mito. Esto es, aquel individuo que quede atrapado en su propia
imagen y por tanto separado — enajenado — del mundo social
y humano que lo rodea está condenado a perecer y a extinguirse.
Ahora bien, si partimos de la necesidad de auto- valoración
que tiene un individuo para afi rmar su personalidad, para
hallar dentro de sí la sufi ciente voluntad de pervivir — de ser
por sí mismo — ; si la conciencia del yo individual como algo
distinto de “el otro”, el semejante, pero distinto con quien debe
competir o igualarse al menos, requiere mantener un nivel
sano de equiparación y de independencia, entonces, el núcleo
narcisista de la personalidad, lejos de ser un factor disolvente y
caótico es y puede ser un punto de partida para la autorrealización
individual.
Cuando el núcleo narcisista de la persona desborda estos
límites entonces es, puede resultar nocivo o peligroso, enajenante
y por tanto destructivo del yo, ya que, en la medida que
extienda una sobrevaloración a lo que tiene o a lo que es — o
cree tener y ser — sin admitir críticas ni confrontaciones, sin
conceder a otros lo que él solo cree poseer, — virtudes, cuali-
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