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Reloj de Sol Y las asume, vaya si las asume. Con pasión escribe La Mala Hora y trata la mala hora del pasquín como arma de mala ley propia de hampones y de cobardes que las hacen circular sin firma y sin remitente; sin editores responsables, sin documentación y sin pruebas porque las editan el odio y el cohecho no sólo privado sino hasta “oficial” en veces. Con cuidadosa precisión gira, como en su día lo hiciera el Dante del Renacimiento, su vida al Infierno: el reino del tirano; y se vale de lo aparentemente caótico — sin puntos y sin comas — en el Otoño del Patriarca para señalarnos las causas oscuras de todas las tiranías que en el mundo han sido: la colaboración y el apoyo que les prestan los paniaguados al Poder (para sacar ventajas) y el servilismo de los serviles elevados a la categoría de cómplices. En la historia de la Cándida Eréndira traza con su pluma de poeta enternecido la semblanza del desamparo de la mujer al que se añade la ignominia, representada por la abuela desalmada que no es otra que la sociedad culpable, que cae sobre ella para consumirla y degradarla dentro de un sistema adverso que la usa y la explota. En la cantera infinita de Cien Años de Soledad podemos encontrar los orígenes de todas nuestras virtudes y también de todos nuestros pecados, a los que podríamos llamar vicisitudes tanto como patéticas vivencias recogidas en nuestro inconsciente colectivo y hasta en nuestra memoria histórica porque la historia de la explotación de nuestros pueblos del Río Bravo abajo es toda una y la misma… Esa memoria histórica, esta soledad, es la que García Márquez logra hacer a la vez épica y lírica (con ser tan ancha, tan larga y tan menuda), fenómeno literario hasta ahora jamás logrado. Pero su eficiencia y la de su verbo (su eficacia) van aún más lejos (más allá del realismo mágico) porque van acompañadas de su pulcritud y de su responsabilidad, ahora universal, 157
Carmen Quidiello de Bosch cuando se pronuncia desde el solio que acaba de conquistar este hombre caribeño universal a favor de la paz en tierras centroamericanas. Así asume García Márquez el Premio Nóbel de Literatura al que se le debería agregar el Nobel de la Paz. Y es que con Nobel o sin Nobel, nobleza obliga, y Gabriel García Márquez es hoy por hoy la nobleza y la conciencia de los pueblos latinoamericanos puesta a circular en edición de lujo. La Habana, 26 de octubre, 1982. ¡AHORA! *No. 990* 11 DE NOVIEMBRE DE 1982 158
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