Reloj de Sol.pdf - Banco de Reservas

El éxodo
(II)
E n la guerra, a las poblaciones civiles atrapadas entre dos
fuegos sin el aviso de lo que se propone el enemigo, sin conocimiento
previo del curso probable que van a tomar los acontecimientos,
sin organización para subsistir, sometidas al horror
y al caos que desatan las hostilidades, no les queda otra alternativa
que huir… El éxodo es entonces impuesto por las circunstancias
inmediatas. No hay alternativa ni puede haberla.
Este tipo de éxodo, por lo caótico, por lo desgarrador, no
resiste el análisis. Existe. Es todo. Ése es el caso de Cambodia
azotada por las fuerzas de las partes en lucha y la de sus nacionales
que no están alineados con alguna de esas partes.
Espanta ver cómo la propaganda “capitaliza” el horror, la
miseria, la muerte, las enfermedades, el hambre y la desnutrición
inherentes a esa guerra, como si los que se benefi cian de la
propaganda no hubieran puesto sus mejores recursos en provocar
lo que sucede en aquel lejano país.
Pero hay un éxodo lento, producto del desempleo de la
fuerza laboral del campesino, producto de su indefensión y de
su desamparo, de su ignorancia. Ese éxodo constante, desapercibido
en el momento mismo de producirse porque tiene una
categoría casi clandestina, vergonzosa… no se produce masivamente
ni por concierto de voluntades, ni siguiendo una consigna
general. Es una decisión individual, dolorosa, pero que
sumada a otras decisiones iguales o equivalentes van formando
un contingente de dolor, de prostitución y de deterioro alrededor
de las grandes capitales latinoamericanas sobre todo.
Ese particular éxodo queda absorbido por una gran indiferencia
general. Tanto las favelas del Brasil visitadas hoy día
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