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El mundo de la belleza
¿C uándo adquirió el hombre su primera noción estética?
¿Cómo despertó al mundo de la Belleza, punto de partida
de su ser sustantivo, no meramente instintivo, y de su ser trascendente
como ente de creación?
Ha podido ser — y no por menos demostrable menos posible
— cuando en viendo una fl or la atrajo hacia sí — no para
poseerla — no con un fi n utilitario para calmar su hambre o su
sed, sino para contemplarla de cerca.
A partir de ese instante, o de cualquier otro equivalente, al
quedar transformada la noción en emoción estética gracias a un
elemento que al llegarle por la vía de los sentidos, siembra en el
hombre primitivo una volición DISTINTA que se hace impulso
hacia fuera que, al mismo tiempo, cambia su ámbito íntimo y
lo convierte en el primer esteta, lo que permite que este ser,
que en ese preciso acto comienza a ser sustantivo, deje de estar
simplemente inscrito en el mundo de la Naturaleza donde llena
sus necesidades vitales, y quede de algún modo trasmutado y
adscrito — a través del color y de la forma — a un mundo nuevo:
al mundo de la belleza al que acaba de abrir sus ojos.
Como ente sustantivo este ser irá incorporando nuevas
nociones y nuevas emociones estéticas para recrearse en ellas
primero, revalorarlas e incorporar algo de sí mismo a esa revalorización
después, lo que lo conducirá lenta, pero indefectiblemente,
en etapas sucesivas, a trascender más allá de su
propio “ser” en la sustanciación y concertación de la creación
artística.
Es presumible también, si nos arriesgamos a pecar de extrema
subjetividad, que el primer concepto de “futuro” tal vez
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