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Cultura de la identidad nacional o
identifi cación por la cultura
I dentidad es lo que nos hace reconocibles caracterizados
como grupo humano dentro de la valoración espacio tiempo,
dentro de nuestro entorno y contorno y siguiendo una
continuidad específi ca. Si la nacionalidad implica el desarrollo
ininterrumpido de esa continuidad específi ca, entonces
nuestra cultura expresará cumplidamente en cada etapa sucesiva
las valoraciones que nos identifi can y que nos resultan
propias en términos de convivencia, lo que incluye naturalmente,
el orden social, económico y político en el que nos
desenvolvemos.
¿Quiere esto signifi car que nos ha de resultar indiferente
todo lo que cae más allá de nuestro entorno y contorno vivencial
e histórico? No, de ninguna manera.
La identidad nacional en términos de cultura no nos obliga
en ningún caso a desconocer las valoraciones que identifi
can a otros pueblos, otros grupos humanos, especialmente
ahora que el concepto espacio tiempo ha cambiado en forma
tan dramática como espectacular desde el viaje del hombre a
la Luna.
Nuestra identidad o nuestra cultura de identifi cación nacional
tienen elementos universales. El arco y la fl echa se dieron
en un momento del desarrollo humano en todos los confi nes
de la Tierra; la cerámica y el uso de los metales representaron
hitos de un desarrollo, si no parejo, sí general, y, por decirlo así,
casi universal. La criatura hombre no es distinta a sí misma,
tanto si cree en cemíes, como si inventa dioses representados
en excelsos frisos esculpidos en mármol. Pero es su misma universalidad
lo que la propia cultura que crea y a la que reconoce
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