Reloj de Sol.pdf - Banco de Reservas

De cómo se intenta zurcir una herida
abierta en el costado del continente
C ables y más cables se entrecruzan en la prensa mundial
para ofrecer en un primer plano — absoluto, y no compartido
— todas las alternativas del caso de Polonia mientras
de manera secundaria — por no decir casi subrepticia o furtiva
— se mal zurcen con una tensión desganada los bordes
(las peripecias) de una herida abierta en el costado de nuestro
continente indoamericano: la guerra en El Salvador. La fórmula
pueril, emanada de la mala conciencia de ese continente, es
invocar una solución de compromiso: Las elecciones al vapor
incompatibles — por otra parte — con la realidad sangrante de
un pueblo en lucha hasta las últimas consecuencias por conquistar
no el derecho al voto, sino el derecho a la sobrevivencia,
a la dignidad, a la justicia social…
Sucede sin embargo, que esa guerra no es una guerra más
de riesgo controlado para medir fuerzas o armas secretas o
políticas cuya evolución se anticipa por medio de sistemas de
computación intrincados y también secretos… No, la guerra
de El Salvador es una guerra abierta — de liberación — ubicada
muy lejos del campo de lo computarizable en esquemas
estratégicos. Es el producto natural de la desesperación de un
pueblo que durante casi toda su historia se ha visto oprimido
hasta la saciedad por la explotación a que tradicionalmente han
sido sometidos los países centroamericanos gobernados por
regímenes de fuerza que actúan en contubernio con intereses
foráneos. El componente de “derechos humanos” que tanto se
invoca en el caso de Polonia hace tiempo que es allí algo inexistente
y que iría inserto en un programa de lucha mucho más
complejo; el de un pueblo que se propone liberarse del yugo
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