Reloj de Sol.pdf - Banco de Reservas

Carmen Quidiello de Bosch
omito — que la religión es allí a la vez el cauce por donde corren
las convicciones de ese credo y donde se manifiestan las
ideologías políticas que sustentan ese credo. El hecho de que
Sadat hubiera decretado de manera tajante que nadie podía
predicar el Corán en la forma tradicional (sin más cortapisas
que las que le plantearan a cada predicador los propios oyentes)
necesariamente tendría que producir un enorme antagonismo
de todas las sectas musulmanas que secularmente — en cuanto
a la prédica del Corán se refiere específicamente — no habían
encontrado antes objeción alguna. Ese antagonismo lo recogería
la secta fundamentalista tanto en el frente interno como en
el externo según quedó evidenciado en el atentado que le costó
la vida a quien no valoró el riesgo que tal decisión implicaba.
La devolución del Sinaí, por parte de Israel a Egipto — en
tiempo y oportunidad adecuados — tal vez habría podido detener
la mano ejecutora del magnicidio, tal vez habría podido
ser un factor para restituir ante el mundo árabe el prestigio de
Sadat que él mismo había comprometido en sus negociaciones
de Camp Davis.
Quienes orquestaron esas negociaciones quizás no tomaron
en cuenta el desgaste progresivo de su aliado — incondicional,
por otra parte — cuyo liderato no había podido ser reactivado
en términos regionales en una zona donde los intereses en
conflicto no llevan solamente un signo de dólares sino además
el signo de la hoja de una hoz invertida: La Media Luna de
Mahoma.
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