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Reloj de Sol.pdf - Banco de Reservas

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<strong>Reloj</strong> <strong>de</strong> <strong>Sol</strong><br />

zada unos versos inmensos, inacabables <strong>de</strong>l padre omnipotente<br />

<strong>de</strong>l verso rimado: el inalcanzable Darío. No así mi hermana, a<br />

quien sus compañeros <strong>de</strong> clase la llamaron siempre “potencia”<br />

sobre todo en clases <strong>de</strong> matemáticas, no sé si por su talento manifiesto<br />

o por ser poseedora <strong>de</strong>l par <strong>de</strong> piernas mejor construidas<br />

<strong>de</strong>l curso. Incluyendo el <strong>de</strong> la catedrática, por supuesto.<br />

De cara a aquellos versos inacabables y sonoros me <strong>de</strong>claré<br />

en secreto adoradora <strong>de</strong> poetas rítmicos y rimantes. (No sé<br />

hasta qué punto podría achacarle este pecado al guitarruco <strong>de</strong><br />

Hilaria). Santos Chocano, en primer plano, porque a<strong>de</strong>más <strong>de</strong><br />

versos con sílabas contadas y rima impecable construía historias<br />

y mitos que inflamaban mi imaginación al tomar por cantera<br />

la conquista <strong>de</strong> las Indias con sendas referencias a tiempos<br />

pre-hispánicos llenos <strong>de</strong> misterio y lo hacía en forma tal<br />

que parecía que los personajes míticos cobraran vida y aliento.<br />

Supe así que los héroes pue<strong>de</strong>n ser tiernos y hasta frágiles y<br />

sensibles… y supe muchas cosas increíblemente sutiles que no<br />

aparecían más que en las entrelíneas <strong>de</strong> esos majestuosos versificadores.<br />

Todavía no había aparecido para mi escasa comprensión la<br />

que sería <strong>de</strong>spués la <strong>de</strong>idad única y adorada: la verda<strong>de</strong>ra poesía.<br />

Para llegar a contemplar esa <strong>de</strong>idad fue necesario renunciar<br />

al kiosco cobijado amorosamente por la florida enreda<strong>de</strong>ra <strong>de</strong><br />

quiscual cuyo aroma tiene un <strong>de</strong>jo <strong>de</strong> olor a manzanas — otra<br />

frontera lejana <strong>de</strong> la primera infancia — ; fue necesario ir a<br />

apren<strong>de</strong>r inglés en un país extraño, pasar las tribulaciones <strong>de</strong><br />

un <strong>de</strong>sarraigo familiar; <strong>de</strong>cirle adiós a la provincia; injertarse<br />

en la vida implacable <strong>de</strong> la capital; leer periódicos con partes<br />

horrorosos <strong>de</strong> guerra; asistir <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ellos a la caída <strong>de</strong> Paris —<br />

algo impensable para mis pocos años — ; subir las escalinatas<br />

<strong>de</strong> la Universidad nacional, pulsar colateralmente la vida <strong>de</strong> zozobra<br />

que representó la lucha estudiantil contra la dictadura <strong>de</strong><br />

turno; introducirme en la lucha por la vida en los años peores<br />

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