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Reloj de Sol
les, el paisaje… como si esas sombras fueran — en verdad — su
verdadera dimensión, su verdadera realidad.
No negarnos en lo íntimo el derecho al hastío más sincero
y completo si éste puede ser útil para desvincularnos de lo irrelevante,
de lo equívoco, de lo frívolo, de lo incongruente, de lo
malicioso.
Desconocer los miedos innominados.
Reconocer los miedos ancestrales como tales para no confundir
una salamandra con un dragón.
No dejarnos persuadir por el horror: reaccionar contra él
con todas nuestras fuerzas.
Y (por lo mismo) recordar a los niños y las niñas anónimos
de Sabra y Chatyla que no llegarán a ser nunca hombres ni mujeres
porque se encontraron de pronto en un día — con fecha
— demasiado claro, sin lluvia pero hostil.
¡AHORA! *No. 986* 14 DE OCTUBRE DE 1982
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