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Reloj de Sol
3,000 indígenas miskitos mueva a asombro porque un contingente
humano de ese número (3,000 “extras”) jamás lo sonó ni
siquiera el propio Cecil B. de Mille en el pináculo de su carrera,
ni ningún director que pretenda ser convincente, pero sin pasarse
de la medida.
Ocurre, sin embargo, que todos los libretos, los mejores y
los peores, tienen que tener una secuencia lógica para que gocen
de la credibilidad mínima necesaria (imprescindible) que
los haga parecerse a la verdad posible. Al libreto en cuestión
— a lo que parece — le faltan o le sobran páginas porque hasta
el momento nadie nos dice — ni siquiera las agencias noticiosas
del área — cómo pudo el obispo, Salvador de nombre, por
más señas, asegurarse los contactos previos para salir “custodiado”
por un grupo guerrillero antisandinista sin que agentes
especializados hubieran preparado el éxodo, sin que se hubiera
previsto un time-table (argot periodístico norteamericano para
indicar tiempo y oportunidad) que curiosamente sirve como
anillo al dedo para contrarrestar la propaganda tan conmocionante
como eficiente a favor de la causa sandinista que desató la
decisión de un nutrido grupo de religiosos y religiosas — también
norteamericanos — que recientemente fueron a instalarse
en la frontera de Honduras para servir de muro de contención
de carne y hueso a la invasión a territorio Nicaragüense que
preparaba y prepara el ejército hondureño por instigación y
con los recursos de sus aliados yankis y somocistas.
Esos religiosos y religiosas norteamericanos — ciudadanos
fuera de toda sospecha de ser acusados de marxistas — obraron
por propia convicción, por propia iniciativa, aunque no masiva
pero sí tan convincente que conmovió a la opinión pública
mundial.
Su propósito era también el de prestar su fuerza de trabajo a
la recogida de café, acción vital para la supervivencia del pueblo
nicaragüense que las fuerzas invasoras quieren impedir a toda
costa porque el café es el renglón de mayor importancia ya que
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