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Carmen Quidiello de Bosch
— la interrelación potenciada al máximo de ambos hemisferios
cerebrales en forma deliberada y consciente en cualquiera de
los dos sexos. Tal es, al parecer, su particular importancia).
Ahora bien, con todo el respeto que nos merece la Ciencia
(tanto más si como en este caso lleva la inicial mayúscula), es
imprescindible hacernos una pregunta:
¿Sería esa especialización cerebral el producto de una especialización
previa en las tareas asumidas por el hombre desde
la noche de los tiempos? ¿No es acaso axiomático que la función
crea el órgano? ¿Sería ése desde el principio un modelo
cerebral diseñado a priori para enfrentar esas tales tareas sobre
todo aquellas de la supervivencia colectiva?
Aquí tendríamos que ir a parar, por poco que nos descuidáramos,
a la teoría creacionista en oposición a la teoría darwiniana
de la evolución de las especies. Pero ya ésas palabras
mayores, especialmente en la actualidad, puesto que en estos
momentos se libera una verdadera batalla campal en los Estados
Unidos para imponer una u otra interpretación en la enseñanza
oficial de ese país e ignoramos los estragos que podrían
producirse allí en el caso de que la teoría darwiniana resultara
impuesta sobre la creacionista.
A nuestro modesto entender, al quedar establecido científicamente
que “la menor especialización cerebral femenina se
refleja principalmente en una diferente capacidad de análisis
espacio- temporal, lo que implicaría la baja representatividad
de la mujer en todos los campos que inciden en el desarrollo
científico, artístico y tecnológico de la civilización humana”,
(según el release de la AFP que publicó recientemente el periódico
HOY, uno que es precisamente el que se ha usado como
base de este texto) ello no es óbice para que también quede establecido
que la supuesta mejor interacción – de ambos hemisferios
cerebrales en el sujeto femenino compensaría con creces
la falta de especialización de los mismos, porque si bien la Naturaleza
en algún momento le confirió al hombre la capacidad
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