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Reloj de Sol.pdf - Banco de Reservas

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<strong>Reloj</strong> <strong>de</strong> <strong>Sol</strong><br />

<strong>de</strong>sconocimiento <strong>de</strong> casi todo o <strong>de</strong> la mayoría <strong>de</strong> las cosas que<br />

rigen la vida <strong>de</strong> los pueblos aún cuando tuviéramos en nuestro<br />

haber algún que otro título universitario inefectivos como se<br />

ve, en mi caso cuando menos, tanto como el pasaporte…<br />

Pero ahí estaba la expectación: una especie <strong>de</strong> condición<br />

vibratoria en la cual todas las antenas <strong>de</strong>l cuerpo y <strong>de</strong>l espíritu<br />

están en estado <strong>de</strong> alerta no exenta por ello, ni mucho menos,<br />

<strong>de</strong> confusión. Por otra parte, mi último marco <strong>de</strong> referencia insular<br />

no me inducía a compren<strong>de</strong>r muy bien lo que significaba<br />

vivir en una porción <strong>de</strong>l mundo don<strong>de</strong> las fronteras territoriales<br />

(y políticas) se manifestaban en forma sorpresiva y a veces<br />

agresiva. Porque vivir en Costa Rica en aquellos años era vivir<br />

entre fronteras i<strong>de</strong>ológicas marcadamente contrapuestas.<br />

El somocismo — aquel <strong>de</strong> primera generación — estaba en<br />

sus buenas; Panamá <strong>de</strong> entrada y salida con su ban<strong>de</strong>ra y su<br />

himno prácticamente secuestrados <strong>de</strong> la circulación entre los<br />

países libres. El Salvador era tan remoto como una hacienda <strong>de</strong><br />

café <strong>de</strong> montaña pudiera serlo para los gran<strong>de</strong>s centros bursátiles<br />

<strong>de</strong>l mundo y Guatemala no era sino el <strong>de</strong>spojo <strong>de</strong> recientes<br />

dictaduras sangrientas. Costa Rica, por tanto, era un milagro.<br />

Un auténtico milagro fuera <strong>de</strong> contexto. Una <strong>de</strong>cisión personal<br />

me había llevado a ésa y no me arrepentía <strong>de</strong> ello. Intuía <strong>de</strong><br />

alguna manera que experiencias ricas y significativas me aguardaban<br />

allí… (El precio a pagar ya sería otra cosa).<br />

Acababa <strong>de</strong> terminar la década <strong>de</strong> los años cuarenta y comenzaba<br />

la <strong>de</strong>l cincuenta con un madrugonazo infame en mi<br />

propia tierra isleña. Corría el año 51 y toda la afrentosa humillación<br />

que sufrieron por entonces los pueblos <strong>de</strong>l área <strong>de</strong>l Caribe<br />

— Venezuela inclusive — atrajo a suelo costarricense a una<br />

juventud combativa así como a sus li<strong>de</strong>res don<strong>de</strong> todos encontraron<br />

asilo — bien es verdad que como exiliados — mientras<br />

se preparaban para luchar en la primera ocasión.<br />

Entre esos exiliados había presi<strong>de</strong>ntes que fueron — que<br />

habían sido — y otros que lo serían más tar<strong>de</strong> así como minis-<br />

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