Jahrgang 1 / 2011 - Rosa-Luxemburg-Stiftung

Durand Luzio 19 explica el contexto excepcional en el que nace la literatura en
Hispanoamérica: »El relato del navegante tiene una particularidad especial:
junto con detallar la esplendorosa realidad de las tierras halladas, pone de
manifiesto el rico legado de tradiciones y leyendas que, en cierto modo, las
había prefigurado [...] Por el ambiente de rasgos tan positivos, evocadores de
paisajes bíblicos admirados por el Almirante, éste llegó a creerse en las cercanías
del Paraíso Terrenal [...] Aparecía la región en la cual realizar la república
ejemplar añorada por el Renacimiento, en la cual revivirían ideales agotados
por los resquebrajamientos de una sociedad que padecía crisis, íntima
y pública, hacia fines del siglo XV [...] En medio de este clima comienza a
desarrollarse la literatura de Hispanoamérica.« 20
Este ansiado proyecto platónico de nación feliz produjo una creación premeditada
del Nuevo Mundo, pues se veía en éste a una región en la cual se
podría llevar a cabo la justicia más igualitaria, una libertad mejor entendida,
una felicidad más completa y mejor repartida entre los hombres y mujeres,
una soñada república: una Utopía 21 . Aunque la realidad no correspondía
muchas veces a esa naturaleza idealista, permaneció en los primeros fabuladores
de América el ánimo utópico de hacer política, de fundar un nuevo
mundo, de crearlo y refundarlo bajo el sueño de la tierra idealizada. Esta
vocación fabulosa describe la realidad circundante en las primeras crónicas
escritas en América. Según Durand Luzio: »[América] se prestaba como un
campo de experimento de los más altos ideales de la humanidad como
nunca antes se había ofrecido. Su presencia física vino a alentar las más audaces
quimeras, ya que su encuentro era producto de una cultura que,
añorándola, la había prefigurado.« 22
El importante escritor cubano Alejo Carpentier afirma que la historia de
América es una crónica de lo real maravilloso 23 . Lo real existía en la violencia
y ferocidad de la conquista, en el empeño por destruir para construir su propio
imperio, en la miseria que deja la ambición y la avaricia, en la disconformidad
y la protesta; y lo maravilloso se concebía en lo fabuloso, en el pensar
un nuevo mundo, en edificarlo mediante la vocación de fabulador, en intentar
subvertir la ruina común. Españoles y amerindios describían y recreaban
en sus crónicas los acontecimientos históricos de la fundación de América,
denunciando las inequidades propias de un sistema colonial y proponiendo
un buen gobierno.
Nueva Corónica ficcionalizó el referente con clara intención utópica y posiciona
a su autor como un escritor que preferió el territorio de lo fabuloso y lo
19 Juan Durán Luzio: Creación y Utopía. Letras en Hispanoamérica, San José de Costa Rica 1979.
20 Ibid., pág. 7 y 8.
21 Ibid., pág. 11.
22 Ibid., pág. 12.
23 Alejo Carpentier: Tientos y diferencias y otros ensayos, Barcelona 1987.
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