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La educacion sexual en el sistema educativo publico uruguayo

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Poner límites a su desborde y a su angustia,con actos y palabras. <strong>La</strong> angustia queacompaña algo que se cree inconfesablepuede y su<strong>el</strong>e contagiarse al interlocutory este se protege de ser invadido, haci<strong>en</strong>dode Poncio Pilatos o tomando las deVilladiego.Los comportami<strong>en</strong>tos evitativos d<strong>el</strong> adultoson muy frecu<strong>en</strong>tes, yo diría lo más frecu<strong>en</strong>te.Se requiere temple de educadorpara quedarse y estar disponible <strong>en</strong> la peripeciade un niño o un jov<strong>en</strong> desbordadoque no sabe qué hacer con lo que le ocurre.Los comportami<strong>en</strong>tos desquiciados y desquiciantesque traduc<strong>en</strong> la peripecia de algoinmanejable de la excitación, se pued<strong>en</strong>reprimir disciplinada o dictatorialm<strong>en</strong>te.Ustedes sab<strong>en</strong> mejor que yo lo difícil quees manejar un grupo infantil alborotado.Quizá peor aún si son adolesc<strong>en</strong>tes.Tolerar, y cont<strong>en</strong>er, y <strong>en</strong>cauzar algo deeste alboroto me parece un punto nodalde educación <strong>sexual</strong>, de esa desmesura <strong>en</strong>la conducta que ti<strong>en</strong>e casi sin dudas unaapoyatura o un punto signifi cativo <strong>en</strong> <strong>el</strong>desasosiego de la vida erótica temprana.<strong>La</strong> educación <strong>sexual</strong> no se hace con ang<strong>el</strong>itosni <strong>en</strong> un clima c<strong>el</strong>estial. Más bi<strong>en</strong> seacerca a la viol<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> infi erno, pero esparte de nuestro ofi cio, de psicoanalistaso de doc<strong>en</strong>tes, estar at<strong>en</strong>tos a asumir losdesafíos de la educación <strong>sexual</strong>, tanto <strong>en</strong>la poética de su verti<strong>en</strong>te saludable, comocompon<strong>en</strong>te es<strong>en</strong>cial <strong>en</strong> <strong>el</strong> desarrollode un ser humano; como <strong>en</strong> la verti<strong>en</strong>temortífera, <strong>en</strong> <strong>el</strong> rostro sórdido de la aberración<strong>sexual</strong>.Para lo sano y para lo aberrante, loes<strong>en</strong>cial es que los adultos estemos disponibles.Enti<strong>en</strong>do que lanzar <strong>el</strong> tema de la educación<strong>sexual</strong> al debate <strong>educativo</strong> es un acto decoraje. No digo que hablarlo esté ex<strong>en</strong>to deriesgos, pero callarlo es aún más p<strong>el</strong>igroso.Es adoptar la solución d<strong>el</strong> avestruz, que esuna solución falsa y absurda: lo que callono existe. Y quizá esto es lo que prevaleciódurante siglos.<strong>La</strong> dificultad reside <strong>en</strong> que se pone al rojovivo la frontera <strong>en</strong>tre lo íntimo y lo público,que es siempre una frontera d<strong>el</strong>icada, y qu<strong>el</strong>a intrusión de la instrucción pública, d<strong>el</strong>os poderes d<strong>el</strong> Estado <strong>en</strong> la vida familiarpuede llevar al abuso y conllevar deslices yerrores. También <strong>en</strong> nombre de proteger laintimidad se <strong>en</strong>cubr<strong>en</strong> los peores maltratos.En fin, la frontera es muy compleja.Creo que <strong>en</strong> la sociedad contemporánea<strong>el</strong> riesgo es <strong>el</strong> opuesto, es ser omiso ydejar su difusión a la llamada libertad deexpresión d<strong>el</strong> mercado, donde qui<strong>en</strong> educaes la t<strong>el</strong>evisión (siempre proclive a loobsc<strong>en</strong>o y pornográfico), es asumir parala escu<strong>el</strong>a la responsabilidad de interv<strong>en</strong>irporque, a pesar de nuestras limitaciones eincertidumbres, <strong>el</strong> acto doc<strong>en</strong>te siempre esmás dec<strong>en</strong>te.Asumir la incertidumbre, la falta de certeza<strong>en</strong>tre lo correcto y lo sacrílego. Alo largo de la historia, las culturas hanproducido las normas y costumbres qued<strong>el</strong>imitan lo permitido, lo transgresor y loaberrante, y siempre nos llevan a considerarsituaciones donde la difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre locorrecto y lo aberrante son nítidas, y otrasdonde estos límites son borrosos. En unmundo que cambia a ritmo ac<strong>el</strong>erado nosiempre es fácil pronunciarse con criteriosconservadores y otros r<strong>en</strong>ovadores acercade lo que está bi<strong>en</strong> y está mal. Este es undesafío crucial para los maestros de hoy,no sólo <strong>en</strong>señar lo que es sabido y aceptado,sino poder incursionar <strong>en</strong> aqu<strong>el</strong>lo qu<strong>el</strong>os interroga y los inquieta <strong>en</strong> la incertidumbre;porque <strong>en</strong> ese mismo gesto –<strong>el</strong>de av<strong>en</strong>turarse <strong>en</strong> las dudas y la falta decertezas– es que se transmite <strong>el</strong> desarrollode un p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to crítico y la aptitud paraexplorar lo nuevo e inesperado.50

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