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La vida desnuda - Luigi Pirandello

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a la voluntad del padre, que lo había apartado del estudio predilecto de las ciencias<br />

matemáticas, de la pasión por la música y lo había lanzado a aquel turbio mar insidioso de<br />

los negocios comerciales. Después de tantos años, sentía aún vivo el dolor que había<br />

experimentado al dejar Roma. Había vuelto a Sicilia con la licenciatura en Ciencias<br />

Físicas y Matemáticas, con un violín y un ruiseñor. ¡Beata inconsciencia! Había esperado<br />

poderse dedicar todavía a la ciencia predilecta, al instrumento predilecto, en los restos de<br />

tiempo que los complicados negocios del padre le dejarían libres. ¡Beata inconsciencia!<br />

Solamente una vez, casi tres meses después de su llegada, había sacado el violín de la<br />

funda, pero para encerrar ahí dentro, como en una tumba digna, al ruiseñor muerto y<br />

embalsamado.<br />

Y aún se preguntaba por qué el padre, tan experto en sus asuntos, no se había dado<br />

cuenta de la ineptitud de su hijo. Quizás la pasión que sentía por el comercio había<br />

actuado como un velo, en el deseo de que la antigua empresa Orsani no fracasara; y tal<br />

vez se había deleitado pensando que con la práctica de los negocios, con el aliciente de<br />

las grandes ganancias, poco a poco se adaptaría y que aquel género de <strong>vida</strong> le gustaría.<br />

¿Por qué quejarse de su padre, si él se había sometido a su voluntad sin oponer la más<br />

mínima resistencia, sin arriesgar ni la más tímida observación, como un pacto establecido<br />

desde el nacimiento, concluido y ya indiscutible? ¿Si él mismo, precisamente para<br />

sustraerse a las tentaciones que podía procurarle su ideal de una <strong>vida</strong> muy diferente, hasta<br />

entonces anhelado, se había obligado a tomar esposa y a casarse con la que le había sido<br />

destinada desde hacía tiempo: la prima huérfana, Flavia?<br />

Como todas las mujeres de aquel odiado pueblo, en el cual los hombres, por la<br />

molestia, por la consternación constante de los negocios arriesgados, nunca encontraban<br />

tiempo para el amor, Flavia —que hubiera podido ser para él la única rosa entre tantas<br />

espinas— se había acomodado enseguida, sin pena, como por un acuerdo, al papel<br />

modesto de cuidar de la casa, para que a su marido no le faltara ninguna comodidad<br />

material cuando, cansado y agotado, volvía de las azufreras o del banco o de los depósitos<br />

de azufre de la playa, donde bajo el sol caliente se había ocupado todo el día de la<br />

exportación del mineral.<br />

Al morir el padre casi de repente, se había quedado como jefe de la empresa y aún no<br />

sabía cómo sacarla adelante. Solo, sin guía, había esperado por un momento poder<br />

liquidar todo y retirarse del comercio. ¡Sí! Todo el capital estaba empeñado en el trabajo<br />

de las azufreras. Y entonces se había resignado a seguir adelante por aquel camino, sin<br />

contar con la guía de aquel buen hombre de Bertone, viejo escribano del banco, a quien el<br />

padre le había siempre concedido su máxima confianza.<br />

¡Qué desconcierto el peso de la responsabilidad que le había caído encima de repente,<br />

aún más grave por el remordimiento de haber traído al mundo tres hijos, amenazados<br />

ahora por su ineptitud, en el bienestar, en la <strong>vida</strong>! Ah, hasta ahora no había pensado en<br />

ello: como un animal vendado atado a la barra de una rueda de molino. Su amor siempre<br />

había sido penoso, por la mujer, por los hijos, testigos vivientes de su renuncia a otra<br />

<strong>vida</strong>, pero ahora le intoxicaba el corazón de amarga compasión. Ya no podía oír a los<br />

niños llorar o quejarse de algo, pues enseguida se decía a sí mismo: «¡Por mi culpa!», y<br />

demasiada amargura se le acumulaba en el pecho, sin desahogo. Flavia no se había<br />

preocupado nunca de buscar la vía para entrar en su corazón, pero quizás al verlo triste,<br />

absorto y silencioso, no había ni siquiera supuesto que él guardara en su interior otros<br />

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