La vida desnuda - Luigi Pirandello

More documents

Recommendations

Info

El sol se estaba poniendo. En la avenida polvorienta don Mattia se encontró con una larga fila de carros cargados de azufre, que iban desde las lejanas azufreras del valle al otro lado del cerro, que todavía no se entreveía, a la estación ferroviaria del pueblo. Desde lo alto de la yegua, Scala miró con odio a todo aquel azufre que chirriaba y crujía continuamente, con los golpes, con los sobresaltos de los carros sin muelles. <strong>La</strong> avenida estaba flanqueada por dos interminables setos de higueras chumbas, cuyas grandes hojas, por el continuo tránsito de los carros, estaban empolvadas de azufre. Al verlas, la náusea de don Mattia aumentó. ¡No se veía nada más que azufre, por todas partes, en aquel pueblo! El azufre estaba también en el aire que se respiraba y cortaba la respiración y quemaba los ojos. Al fin, tras una curva de la avenida, apareció el cerro verde. El sol lo investía con sus últimos rayos. Scala clavó los ojos en aquel verde y apretó en el puño las riendas hasta hacerse daño. Le pareció que el sol saludaba por última vez al verde del cerro. Tal vez él, desde lo alto de aquella avenida, no volvería a ver jamás el cerro, como lo veía ahora. Dentro de veinte años, los que llegarían después de él, desde aquel punto de la avenida verían un cerro calvo, árido, lívido, agujereado por las azufreras. «¿Y dónde estaré yo entonces?», pensó, sintiendo un vacío que enseguida lo condujo al pensamiento del hijo lejano, perdido, errante por el mundo, si aún estaba vivo. Un arranque de emoción lo venció y los ojos se le llenaron de lágrimas: por él, por él había encontrado la fuerza de alzarse sobre la miseria en que lo había tirado Chiarenza, aquel ladrón infame que ahora le quitaba el campo. —¡No, no! —rugió a regañadientes, pensando en Chiarenza—. ¡Ni yo ni él! Y azuzó a la yegua, como para volar allá y destruir de un solo golpe el campo que ya no podía ser suyo. Ya era de noche cuando llegó a los pies del cerro. Tuvo que dar vueltas durante un rato, antes de coger el camino de herradura. Había salido la luna y parecía que poco a poco iba a ser de día de nuevo. Los grillos, alrededor, saludaban frenéticamente el alba lunar. Atravesando los campos, Scala se sintió picar por un remordimiento agudo, pensando en los propietarios de aquellas tierras, todos amigos suyos, quienes en aquel momento ciertamente no sospechaban su traición. ¡Ah, todos aquellos campos desaparecerían en breve: ni una brizna de hierba crecería jamás allí arriba y él, él sería el devastador del cerro verde! Volvió con el pensamiento al balcón de su granja cercana, vio de nuevo el límite de su angosta tierra, pensó que sus ojos ahora tendrían que quedarse allí, sin jamás saltar el muro de separación y sin extender la mirada hacia la tierra de al lado: y se sintió como en prisión, casi sin aire, sin libertad en aquel campo suyo, con su enemigo que vendría a habitar allí. ¡No! ¡No! —¡Destrucción! ¡Destrucción! ¡Ni yo ni él! ¡Que lo quemen! Y miró los árboles alrededor, con la garganta prieta por la angustia: aquellos olivos centenarios, con su poderoso tronco gris retorcido, inmóviles, como absortos en un sueño misterioso en la claridad lunar. Imaginó cómo todas aquellas hojas, ahora vivas, se rizarían a los primeros alientos agrios de la azufrera, abierta como una boca de infierno, 76
luego caerían y los árboles desnudos se ennegrecerían, después morirían, intoxicados por el humo de los hornos. Entonces el hacha convertiría todos aquellos árboles en leña para chimeneas… Una leve brisa se levantó, al subir la luna. Y entonces todas las hojas de todos aquellos árboles, como si hubieran percibido su condena a muerte, se agitaron casi en un largo escalofrío, que repercutió en la espalda de don Mattia Scala, curvado sobre la yegua blanca. 3 Apodo popular de Falarida, tirano de Agrigento (siglo vi a.C.). 77
Page 2 and 3:
LA VIDA DESNUDA Cuentos para un añ
Page 4 and 5:
Contenido Portadilla Créditos Auto
Page 6 and 7:
La trampa Noticias del mundo La tra
Page 8 and 9:
INTRODUCCIÓN «La vida o se vive o
Page 10 and 11:
a Pirandello un vanguardista absolu
Page 12 and 13:
condición humana, desmontando toda
Page 14 and 15:
Emblema de la fijación y necesidad
Page 16 and 17:
conexiones y las estructuras de la
Page 18 and 19:
Por tanto, en muchas ocasiones, el
Page 20 and 21:
citas clásicas y expresiones popul
Page 22 and 23:
Con respecto a los topónimos, se h
Page 24 and 25:
Lettere, 1923. Vicentini, Claudio,
Page 26 and 27: MANTÓN NEGRO 26
Page 28 and 29: y sabia economía con lo poco que s
Page 30 and 31: —¿Cómo? —preguntó D’Andrea
Page 32 and 33: turbándola profundamente. El herma
Page 34 and 35: terrible. —No —contestó rápid
Page 36 and 37: fiesteros y aplausos. Pero el aspec
Page 38 and 39: quitar la mesa y todo en la villa v
Page 40 and 41: Gesa, la vieja sirvienta, la ayudó
Page 42 and 43: Llegó la madre, agitando los brazo
Page 44 and 45: pobres viejos, contigo. Gerlando no
Page 46 and 47: terrible, abajo. Asomó la cabeza:
Page 48 and 49: desaparecido, junto con los tres ho
Page 50 and 51: —¿Cómo? ¿Por qué? Don Lisi fr
Page 52 and 53: Don Lisi se movió rápido para cer
Page 54 and 55: Todos, en verdad, decían que tení
Page 56 and 57: a un hijo y con quien había hecho
Page 58 and 59: la palma. Pero el hombre, ya se sab
Page 60 and 61: Además del destajo, había tasas g
Page 62 and 63: La primera vez que Scala había oí
Page 64 and 65: hechos trizas, entonces Saro Trigon
Page 66 and 67: mano aquella nariz suya palpitante.
Page 68 and 69: Se armaron con sillas ellos tambié
Page 70 and 71: con aquel verdugo? ¿Con aquel ases
Page 72 and 73: Tenía, en aquel momento, las gafas
Page 74 and 75: aquí todo el pueblo, a una sola vo
Page 78 and 79: LA CAPILLA I Acostado al lado de su
Page 80 and 81: ¡Cómo si él estuviera ocioso por
Page 82 and 83: —Sí, señor. —¿Cuándo te pon
Page 84 and 85: Lo creyó cuando fue a casa de los
Page 86 and 87: Los carreteros —que pasan de noch
Page 88 and 89: opiniones y sentimientos, y nos pro
Page 90 and 91: aquellas palabras. —¿Tres monjas
Page 92 and 93: Marco Mèola, que nunca había ido
Page 94 and 95: se habían ido, resoplando indignad
Page 96 and 97: Le contestaron los cuatro a la vez,
Page 98 and 99: —¿Desgraciados? No, ¿por qué?
Page 100 and 101: VISTO QUE NO LLUEVE… (Túnicas de
Page 102 and 103: —¡El sol, el sol! ¡Monseñor vi
Page 104 and 105: podía impedir de alguna manera el
Page 106 and 107: London Life Assurance Society Limit
Page 108 and 109: de mi padre! Quiso ponerme aquí a
Page 110 and 111: pensamientos, ajenos a los negocios
Page 112 and 113: —No pretendo que te aflijas por e
Page 114 and 115: interrumpida… En este instante, c
Page 116 and 117: aquella mujer abandonada a sí mism
Page 118 and 119: pareció ilógica y exclamó, alivi
Page 120 and 121: —Tú no estás en mi lugar —con
Page 122 and 123: EL ABANICO El parque público, pequ
Page 124 and 125: —Sí. Dios te lo pague —se apre
Page 126 and 127:
¿Por una me lo das? El viejo sacud
Page 128 and 129:
muerto?», como si con los ojos cer
Page 130 and 131:
este forastero, ricachón y malcria
Page 132 and 133:
era inútil… era demasiado tarde
Page 134 and 135:
—Llegué ayer por la noche. Y te
Page 136 and 137:
dijera la razón de la negativa de
Page 138 and 139:
—¡No te lo doy! —gritó Mear
Page 140 and 141:
—Lao Griffi… decimotercer regim
Page 142 and 143:
aquí yo me pierdo: ¡en ese si! Un
Page 144 and 145:
REMEDIO: LA GEOGRAFÍA La brújula,
Page 146 and 147:
eterna agonía: mi pobre madre dura
Page 148 and 149:
que en este preciso instante desemb
Page 150 and 151:
aunque no la mantenga. El caballero
Page 152 and 153:
las arenas desiertas, hasta la gran
Page 154 and 155:
EL MURCIÉLAGO Todo bien. En la com
Page 156 and 157:
cadavérica en los labios—. En mi
Page 158 and 159:
De repente, Faustino Perres vio el
Page 160 and 161:
LA VIDA DESNUDA 160
Page 162 and 163:
cabeza. —¡Imbécil! —exclamó,
Page 164 and 165:
—No… así… —interrumpió, t
Page 166 and 167:
—¡No, perdone! —retomó acalor
Page 168 and 169:
dificultades de la existencia, los
Page 170 and 171:
habitaciones, los siguió a los dos
Page 172 and 173:
EL TOQUECITO I Con el blando sombre
Page 174 and 175:
contemplando con alegría infantil
Page 176 and 177:
asalto de la dolencia. La hermana b
Page 178 and 179:
dejó ir solo. Y cada día ahora, a
Page 180 and 181:
si me permite, y se la narro yo, co
Page 182 and 183:
Y el diálogo podría continuar. Po
Page 184 and 185:
yo. El remedio tenía que encontrar
Page 186 and 187:
marido. ¡Y está bien! ¿Qué nece
Page 188 and 189:
esultado del duelo cuyas condicione
Page 190 and 191:
las dos patas delanteras, con las o
Page 192 and 193:
dónde sacaba aquella voz tan grave
Page 194 and 195:
De repente (ya habían llegado los
Page 196 and 197:
15 En italiano el término Pallina
Page 198 and 199:
dicen. Pero Raffaella Òsimo lo hab
Page 200 and 201:
estudiante extrajera. Se miraban y
Page 202 and 203:
LA CASA DE GRANELLA I Las ratas no
Page 204 and 205:
abanico, y el hombre se echaba haci
Page 206 and 207:
espíritus infernales! Los hemos vi
Page 208 and 209:
dong estaba cerca. Hacía una hora
Page 210 and 211:
como Lombroso, como Richet, ah, por
Page 212 and 213:
oca abierta y los ojos asombrados.
Page 214 and 215:
afirmaciones y las revelaciones de
Page 216 and 217:
Aquella misma noche, poco después
Page 218 and 219:
De la mañana a la noche, para gran
Page 220 and 221:
pájaros? Nàzzaro se enderezó rá
Page 222 and 223:
—¿Y no rezas el rosario? ¡Habla
Page 224 and 225:
desgreñada. 224
Page 226 and 227:
corazón o la mente, para satisface
Page 228 and 229:
Pero, Dios mío, ¿de qué se venga
Page 230 and 231:
ojos de llanto, pero instintivament
Page 232 and 233:
HECHO PARA BIEN I Cuando la señori
Page 234 and 235:
Verona, sonriendo y acrecentando el
Page 236 and 237:
tan correcto en todo, separado ahor
Page 238 and 239:
—¡Sí! ¡Querrá escucharme a m
Page 240 and 241:
había crecido tanto? ¿O, de la de
Page 242 and 243:
Pero su ingenua bondad le explicar
Page 244 and 245:
EL FINADO Desde el primer día, la
Page 246 and 247:
Y al mozo que vino a abrir la venta
Page 248 and 249:
No creía que esta tarea piadosa tu
Page 250 and 251:
Un pequeño retrato de Cosimo Tadde
Page 252 and 253:
aquellas queridas amigas, que tení
Page 254 and 255:
prometida. Iduccia no hablaba, ¡pe
Page 256 and 257:
Náuseas, mareos, y una debilidad t
Page 258 and 259:
maneras de las tres cuñaditas una
Page 260 and 261:
EL DEBER DEL MÉDICO I «Son míos
Page 262 and 263:
—Déjenlo pasar: es mi asistente.
Page 264 and 265:
—¡Qué desgracia! ¡Qué tragedi
Page 266 and 267:
Vocalòpulo y bajando apenas la cab
Page 268 and 269:
Esta contemplaba, desgarrada, a su
Page 270 and 271:
todo? Aún vivía allí, en su tran
Page 272 and 273:
un parterre, y concentraba toda la
Page 274 and 275:
Cimetta cerró los ojos, abrió los
Page 276 and 277:
vida que yo mismo me había quitado
Page 278 and 279:
PARES Bartolo Barbi y Guido Paglioc
Page 280 and 281:
sabía cuánto estudio le costaban
Page 282 and 283:
jóvenes de hoy que razonan demasia
Page 284 and 285:
LA SALIDA DEL VIUDO I Tantas veces
Page 286 and 287:
soltero! Los amigos, en la juventud
Page 288 and 289:
oraciones y desvestirlos para acost
Page 290 and 291:
estuviera bien atenta, ¡por carida
Page 292 and 293:
abrazarlo, Teodoro Piovanelli, que
Page 294 and 295:
con el agua del río, y buenas noch
Page 296 and 297:
—¡Uhm!… ¿Quién ha muerto?
Page 298 and 299:
LA COZ Apenas el mozo de cuadra sal
Page 300 and 301:
El nuestro es un servicio sencillo,
Page 302 and 303:
Nero, en verdad, parecía enloqueci
Page 304 and 305:
padre pudiera darle, gracias a una
Page 306 and 307:
Entonces el motivo tenía que ser g
Page 308 and 309:
SOL Y SOMBRA I Entre las ramas de l
Page 310 and 311:
en las excursiones para no gastar e
Page 312 and 313:
También el cochero en el pescante
Page 314 and 315:
IV Se levantaron de la mesa cuando
Page 316 and 317:
La penosa cuesta empezó apenas sal
Page 318 and 319:
EL AVEMARÍA DE BOBBIO Un caso muy
Page 320 and 321:
llegada la noche… ¿Qué había p
Page 322 and 323:
Y Bobbio se quedó sorprendido. Est
Page 324 and 325:
Y frotó el dedo índice con el pul
Page 326 and 327:
—Mal; no me toques. —¿Tienes a
Page 328 and 329:
matado, levantarás la cresta de nu
Page 330 and 331:
tanto, y todos los cuidados eran re
Page 332 and 333:
—Lla… lla… lla… No encuentr
Page 334 and 335:
la agitación; paseaba, se detenía
Page 336 and 337:
—¡Aquí represento al Gobierno!
Page 338 and 339:
Su Majestad, no se dejó intimidar
Page 340 and 341:
Por otro lado, las piernas casi no
Page 342 and 343:
¿Qué debe suponer Clementina? Se
Page 344 and 345:
Quizás antes eran ideas. Ahora son
Page 346 and 347:
Fuera… fuera… por caridad, deja
Page 348 and 349:
27 Evidente alusión sexual. 348
Page 350 and 351:
católica les demostrara a todos qu
Page 352 and 353:
elieve, con colinas y precipicios,
Page 354 and 355:
EL DIPLOMA ¡Con qué inflexión de
Page 356 and 357:
¿Difamación? ¿Qué difamación,
Page 358 and 359:
los cuales está edificada, y no se
Page 360 and 361:
NOCHE Dejada atrás la estación de
Page 362 and 363:
Pero, al pasar al lado de una mesa,
Page 364 and 365:
Les llamó la atención una lancha
Page 366 and 367:
O DE UNO O DE NADIE I ¿Quién hab
Page 368 and 369:
hecho? Los dos amigos lo advertían
Page 370 and 371:
Pero Carlino, turbado por la rabia,
Page 372 and 373:
sorpresa, a lo que ya se había est
Page 374 and 375:
excusa? La única podía ser esta:
Page 376 and 377:
sí… aquella con los lazos rojos
Page 378 and 379:
dos tíos no vinieran nunca juntos
Page 380 and 381:
NANA Con la maleta en la mano, me l
Page 382 and 383:
la sombra, le repetía a la niña i
Page 384 and 385:
muy seductora de aquel cuello tan l
Page 386 and 387:
tienes que defender a tu hermanito!
Page 388 and 389:
La mujer había tenido que atrinche
Page 390 and 391:
eclamación contra el señor feudal
Page 392 and 393:
arengador; ahora que la multitud se
Page 394 and 395:
dorso de la otra, gemía entre el g
Page 396 and 397:
EL HOMBRE SOLO Ahora que el tiempo
Page 398 and 399:
anterior, siempre con la empuñadur
Page 400 and 401:
Cuando Torellino volvió, después
Page 402 and 403:
EL ATAÚD REPUESTO Cuando, tras ava
Page 404 and 405:
El posadero, con el sombrero inclin
Page 406 and 407:
Piccarone aprobó con la cabeza y l
Page 408 and 409:
—Me parece claro, hijo —explic
Page 410 and 411:
EL TREN HA SILBADO Desvariaba. Los
Page 412 and 413:
Aún hablaba de aquel tren. Imitaba
Page 414 and 415:
Instintivamente se había agarrado
Page 416 and 417:
Las cartas que ahora enviaba desde
Page 418 and 419:
—¡Fuera de aquí! —le gritó e
Page 420 and 421:
ocajarro, luego en sus labios empez
Page 422 and 423:
EL PROFESOR TERREMOTO Quienes, dent
Page 424 and 425:
había que fabricar a una mujer san
Page 426 and 427:
impulso para volver a subir. ¡Sí!
Page 428 and 429:
había para reír si ella, que se s
Page 430 and 431:
lado y picada por el otro al verse
Page 432 and 433:
apenas, había muerto… Didì sint
Page 434 and 435:
El tren, en subida, avanzaba muy le
Page 436 and 437:
NUESTROS RECUERDOS ¿Esta era la ca
Page 438 and 439:
Entonces, callado. No. ¿Qué calla
Page 440 and 441:
hecho de paracaídas, y sobre Carli
Page 442 and 443:
DE GUARDIA —¿Estamos todos? ¿Qu
Page 444 and 445:
Pero, cuanto más le demostraba su
Page 446 and 447:
porque aquel hombre tenía el palad
Page 448 and 449:
—¿Tú, aquí? —dijo San Romé
Page 450 and 451:
que la llevaran al hospital, donde
Page 452 and 453:
consagración de la hostia, para lu
Page 454 and 455:
hablado, no de su curación (no se
Page 456 and 457:
iglesia. Se acercó gente de la pla
Page 458 and 459:
Tararà abrió los brazos y dijo:
Page 460 and 461:
—¡Seriedad, señores! ¡Seriedad
Page 462 and 463:
provocaría consecuencia alguna, po
Page 464 and 465:
hijas con su presencia y sus quejas
Page 466 and 467:
—¿Qué es? —preguntó la seño
Page 468 and 469:
Adelaide, desde la cama: —¡Imbé
Page 470 and 471:
LA NASA ¿Que si había bebido? No.
Page 472 and 473:
¡Si había perdido incluso la semi
Page 474 and 475:
de la luna, incluso después de su
Page 476 and 477:
Siempre he provocado las risas de m
Page 478 and 479:
veía, bajaba la mirada y se sonroj
Page 480 and 481:
NOTICIAS DEL MUNDO I En total: dos
Page 482 and 483:
quiero hacerte ver aún el mundo, t
Page 484 and 485:
poder hacer nada… Y nunca, no olv
Page 486 and 487:
sobre el ataúd y cantarte un réqu
Page 488 and 489:
Basta… La íntima y verdadera raz
Page 490 and 491:
con sus ojos bovinos, al marido, co
Page 492 and 493:
Mientras tanto, te advierto de que
Page 494 and 495:
No recuerdo dónde he leído sobre
Page 496 and 497:
Seguía a aquellos pobres viejos du
Page 498 and 499:
36 Poeta italiano (1778-1827), auto
Page 500 and 501:
contentos con la manera en que los
Page 502 and 503:
indigna de un artista, perdone que
Page 504:
504
show all

La vida desnuda - Luigi Pirandello

Create successful ePaper yourself

Delete template?

Save as template?