20.09.2017 Views

La vida desnuda - Luigi Pirandello

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

podría reírme de esta manera que parece tan cruel? Es más, esta crueldad de mi risa es<br />

tanto más sincera cuando y donde parece más querida. Porque precisamente me tortura a<br />

mí antes que a los demás, allí donde exteriormente se descubre como un juego que yo<br />

quiera hacer, cruel; hablando contigo así, por ejemplo, de todas estas amarguras que<br />

tendrían que ser tuyas, y en cambio son mías.<br />

Sabes, hoy tu mujer, pobrecita, estaba muy contenta y me lo decía volviendo del<br />

cementerio, porque sabía que estás bien colocado ahora, según tus méritos, en una tumba<br />

limpia, nueva y toda para ti.<br />

<strong>La</strong> he acompañado hasta el portón de su casa, luego, después del atardecer, he ido a<br />

pasear por la orilla desierta del Tevere, más allá del recinto militar, cerca del polígono. Y<br />

allí he asistido a una escena conmovedora, o que me ha conmovido por la peculiar<br />

disposición de espíritu en la que me encontraba.<br />

Por el vasto llano, que sirve de campo de ejercitación a las milicias, una pareja de<br />

caballos, libres, se divertía corriendo detrás de su inquietísimo potro, que saltando y<br />

haciendo volteretas y piruetas, mostraba la alegría que aquel juego le procuraba. Y<br />

parecía como si también el padre y la madre se sintieran jóvenes de nuevo, por todo aquel<br />

baile del hijo, y que en aquel momento se abandonaran a tal ilusión. Pero poco después,<br />

de pronto, como si durante la carrera una sombra les hubiera pasado por delante, se<br />

tropezaron, movieron la cabeza varias veces, resoplando y, cansados y lentos, con el<br />

cuello bajo, se tumbaron por allí cerca. En vano el hijo intentó reanimarlos, incitarlos<br />

nuevamente a la carrera y al juego; se quedaron allí, serios y graves, como bajo el peso de<br />

una gran melancolía, y uno, que tenía que ser el padre, negándose lentamente con la<br />

cabeza a las incitaciones del potrillo, me pareció que quería decir con aquel gesto: «Hijo,<br />

no sabes lo que te espera…».<br />

Por la sombra que ya había bajado sobre el amplio llano, Monte Mario parecía oscuro<br />

en la luz última, con el cementerio de los cipreses hondos y rectos en el cielo denso de<br />

vapores cenicientos, de los cuales la luna se asomaba en alto a través de un desgarro,<br />

como una burbuja.<br />

¡Mañana el tiempo será malo, Momito!<br />

Eh, empieza a hacer frío y necesito un nuevo abrigo y un nuevo paraguas.<br />

He adquirido la costumbre, ¿sabes?, de quedarme cada noche mirando largamente al<br />

cielo. Pienso: «Algo de Momito tal vez aún estará en el aire, perdido aquí entre los<br />

nuevos y misteriosos espectáculos que se habrán abierto ante él».<br />

Porque creo que hay quien muere maduro para la otra <strong>vida</strong> y quien no, y que los que<br />

no han sabido madurar en la Tierra están condenados a volver, mientras no hallen su vía<br />

de acceso.<br />

Tú, en muchos aspectos, ya estabas maduro para la <strong>vida</strong> superior; pero luego, al final,<br />

quisiste hacer la tontería de tomar esposa y verás que te harán volver solamente por eso.<br />

Yo tampoco, para serte sincero, me siento maduro para la otra <strong>vida</strong>. ¡Ay de mí, para<br />

madurar bien tendría que digerir tantas cosas que, con este estómago de tafetán que me he<br />

ido fabricando, no consigo ni tragarme: aquel señor Postella, por ejemplo!<br />

¡Cuánto me gustaría que nos hicieran volver a los dos juntos! Estoy seguro de que,<br />

aunque no tuviéramos memoria de nuestra <strong>vida</strong> juntos, nos buscaríamos en la Tierra y<br />

seríamos amigos como antes.<br />

493

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!