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La vida desnuda - Luigi Pirandello

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Pero Lulù Sacchi no razonaba, lo arrastró hacia atrás, repitiendo:<br />

—¡Déjame ver, te digo! Cállate…<br />

Vio a Liri, que se había parado en la esquina, perplejo, como suspendido entre dos<br />

lugares, mirando hacia el portón, a la espera. Poco después, de la puerta marcada con el<br />

número 96 salió un joven de unos veinte años, presumido, flamante, con los bigotes hacia<br />

arriba, inverosímiles.<br />

—¡Toti! —exclamó entonces Lulù Sacchi, con una mueca horrible, que le contrajo el<br />

rostro y sin dejar el brazo de don Giulio, añadió—: Toti, ¿entiendes? ¡Un chiquillo! ¡Un<br />

estudiante! ¿Entiendes, qué hace tu mujer? ¡Pero esto lo arreglo yo, ahora! Déjame<br />

hacer… ¿Has visto? ¡Y ahora ya basta, Giulio! Basta para todos, ¿sabes?<br />

Y escapó, fuera de sus cabales.<br />

Don Giulio del Carpine se quedó como aturdido. ¿Qué? Había dos amantes, entonces:<br />

¿Lulù había sido apartado, sobrepasado? ¿Había otro allí, en el mismo apartamento? ¡Un<br />

joven… con su mujer! ¿Y qué hacía Lulù allí? Entonces, ¿estaba esperando él también?<br />

¡Y aquel perrito perdido, allí, en medio de la calle, confundido, claro! ¡Y se había<br />

alegrado tanto al verlo, qué lindo, qué lindo!<br />

—¡Ay! —dijo don Giulio, sacudiéndose por la náusea y la repugnancia, pero también<br />

con una satisfacción secreta que, al menos con respecto a Lulù, era como había dicho él:<br />

es decir, que realmente su mujer no había podido tomarlo en serio y lo había engañado,<br />

no solamente, ¡sino también humillado! ¡Lo había humillado!<br />

Sacó el pañuelo y se frotó las manos que el animalito devoto le había lamido, se las<br />

frotó tan fuerte que casi las desolló.<br />

Pero, de repente, lo vio a su lado, quieto, con las orejas bajas y la cola entre las patas:<br />

pobre Liri, había intentado seguir primero a su dueña, luego a Toti, después a Lulù y<br />

ahora finalmente lo estaba siguiendo a él.<br />

Don Giulio fue asaltado por una rabia furibunda: la fidelidad de aquel animalito le<br />

pareció obscenamente escandalosa, y él también le dio una patada violentísima.<br />

—¡Vete!<br />

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