20.09.2017 Views

La vida desnuda - Luigi Pirandello

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

ni quise alegaciones de abogado. Pero todo el pueblo sabía bien que yo —la templanza, la<br />

moderación en persona— me había endeudado muchísimo por ella… que había sido<br />

obligado a dimitir… Y luego… ah, luego… ¿Me sabes decir cómo una mujer, después de<br />

haberle costado tanto a un hombre, puede hacer lo que me hizo ella? ¡Infame! Pero,<br />

¿sabes? Con estas manos… Te lo juro que no quería matarla; quería saber cómo lo había<br />

hecho y se lo preguntaba, sacudiéndola, agarrándola, así, por la garganta… Apreté<br />

demasiado. Él se había lanzado por la ventana, al jardín… Su antiguo novio… Sí, primero<br />

lo había plantado, como se dice, por mí: por el oficialito simpático… ¡Y mira, Valdoggi!<br />

Si aquel tonto no se hubiera alejado durante un año de Potenza, dándome así la<br />

posibilidad de enamorarme (para mi desgracia) de Margherita, en este momento los dos<br />

serían sin duda marido y mujer, y probablemente felices… Sí. Los conocía bien a ambos:<br />

estaban hechos para entenderse maravillosamente. Puedo imaginarme muy bien, mira, la<br />

<strong>vida</strong> que vivirían juntos. Es más, me la imagino. Puedo verlos vivos a ambos, cuando<br />

quiero, en Potenza, en su casa… Hasta sé en qué casa habitarían, recién casados. No<br />

tengo que hacer nada más que poner allí a Margherita, viva, como tantas otras veces,<br />

imagínate, la he visto en las variadas situaciones de la <strong>vida</strong>… Cierro los ojos y la veo en<br />

aquellas habitaciones, con las ventanas abiertas hacia el sol: canta con su voz de ave.<br />

¡Cómo cantaba! Tenía, así, las manitas entrelazadas en la cabeza rubia. «¡Buenos días,<br />

esposa feliz!». No tendrían hijos, ¿sabes? Margherita no podía tenerlos… ¿Ves? Si hay<br />

locura, es esa la mía… Puedo ver todo lo que hubiera sido, si lo que ha pasado no hubiera<br />

pasado. Lo veo, lo vivo; es más, vivo solamente allí… El si, en fin, el si, ¿entiendes?<br />

Se quedó callado un buen rato, luego exclamó con tanta exasperación que Valdoggi<br />

se giró a mirarlo, creyendo que lloraba:<br />

—¿Y si me hubieran enviado a Udine?<br />

<strong>La</strong> viejita no repitió esta vez: ¡Destino! Pero seguramente lo dijo para sus adentros,<br />

en su corazón. De hecho, sacudió amargamente la cabeza y suspiró despacio, con los ojos<br />

siempre clavados en el suelo, moviendo, bajo la barbilla, la orla engastada en plata de<br />

aquellos dos lazos de corona mortuoria.<br />

143

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!