La vida desnuda - Luigi Pirandello

El juez D’Andrea, aún con la cabeza entre las manos, esperó un rato para que la
angustia que le cerraba la garganta le diera paso a la voz. Pero la voz no quiso salir, y
entonces él, entornando detrás de las gafas los pequeños ojos plúmbeos, extendió las
manos y abrazó largamente a Chiàrchiaro, fuerte y largamente.
Este lo dejó hacer.
—¿Me quiere de verdad? —le preguntó—. Entonces instruya enseguida el proceso,
de manera que pueda obtener cuanto antes lo que deseo.
—¿El diploma?
Chiàrchiaro extendió de nuevo el brazo, golpeó el suelo con el bastón de bambú, y
llevándose la otra mano al pecho, repitió con trágica solemnidad:
—El diploma.
29 Pirandello se refiere al gesto supersticioso italiano de poner los dedos en forma de
cuernos, dirigiéndolos hacia el suelo para prevenir la mala suerte.
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