20.09.2017 Views

La vida desnuda - Luigi Pirandello

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

mismas, pero con diferente aspecto, ordenadas diferentemente.<br />

¡No puedes imaginar el odio que me inspiran las cosas que veo, atadas conmigo a la<br />

trampa de ese tiempo mío; todas las cosas que mueren conmigo, poco a poco! ¡Odio y<br />

piedad! Pero tal vez más odio que piedad.<br />

Es verdad, sí, al caer en la trampa más allá, odiaría entonces aquella otra forma, como<br />

ahora odio esta; odiaría aquel otro tiempo, como ahora este, y todas las ilusiones de <strong>vida</strong><br />

que nosotros, muertos de todos los tiempos, nos fabricamos con aquel mínimo<br />

movimiento y calor que, del flujo continuo que es la <strong>vida</strong> verdadera y que nunca se<br />

detiene, se queda encerrado en nosotros.<br />

Somos tantos muertos ocupados que nos engañamos con la fabricación de <strong>vida</strong>.<br />

Nos acoplamos —un muerto y una muerta—, y creemos que otorgamos la <strong>vida</strong>, y<br />

otorgamos la muerte… ¡Otro ser en la misma trampa!<br />

—Aquí, querido, aquí; empieza a morir, querido, empieza a morir… Lloras, ¿eh?<br />

Lloras y te escabulles. ¿Querías seguir fluyendo? ¡Sé bueno, querido! ¿Qué quieres<br />

hacer? Cogido, co-a-gu-la-do, fijado… ¡Durará bastante! Sé bueno…<br />

¡Ah, mientras somos pequeños, mientras nuestro cuerpo es tierno y crece y no pesa,<br />

no nos damos cuenta de que estamos en la trampa! Pero luego el cuerpo crece,<br />

empezamos a percibir su peso, empezamos a sentir que no podemos movernos como<br />

antes.<br />

Veo, con repugnancia, mi espíritu que se agita en esta trampa, por no fijarse también<br />

en el cuerpo, ya consumido por los años y recargado. Alejo enseguida cada idea que<br />

intente afirmarse dentro de mí; interrumpo enseguida cada acto que aspire a convertirse<br />

en una costumbre; no quiero deberes, no quiero afectos, no quiero que también mi espíritu<br />

se endurezca en una costra de conceptos. Pero siento que cada día el cuerpo tiene más<br />

dificultades en seguir al espíritu inquieto; se cae, se cae, tiene las rodillas cansadas y las<br />

manos pesadas… ¡Quiere reposo! Se lo daré.<br />

No, no, no sé, no quiero resignarme yo también a dar el espectáculo mísero de todos<br />

los viejos, que acaban muriendo lentamente. No. Pero antes… no sé, quisiera hacer algo<br />

enorme, inaudito, para desahogar toda esta rabia que me devora.<br />

Quisiera, por lo menos… ¿Ves estas uñas? Hundirlas en el rostro de cualquier mujer<br />

guapa que pase por la calle, provocando a los hombres, incitante.<br />

¡Qué criaturas tan estúpidas, inconscientes y miserables son todas las mujeres! Se<br />

acicalan, se llenan de oropeles, dirigen su mirada sonriente hacia un lado y hacia el otro,<br />

muestran sus formas provocativas lo más que pueden y no piensan que ellas también<br />

están en la trampa, fijadas para la muerte, y que incluso llevan la trampa en su interior,<br />

para los que vendrán!<br />

<strong>La</strong> trampa para nosotros, hombres, está en las mujeres. Ellas nos vuelven a poner<br />

durante un momento en el estado de incandescencia, para sacar de nosotros otro ser<br />

condenado a la muerte. Tanto hacen y tanto dicen que al fin nos hacen caer —ciegos,<br />

calientes y violentos—, allí, en su trampa.<br />

¡A mí también! ¡A mí también! ¡Me han hecho caer a mí también! Ahora,<br />

recientemente. Por eso soy tan feroz.<br />

¡Una trampa infame! Si la vieras… Una virgencita. Tímida, humilde. Apenas me<br />

477

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!