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La vida desnuda - Luigi Pirandello

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duda las promesas que le había hecho, y que, no solamente no se renovarían las<br />

lamentables escenas, sino que ella le demostraría, de todas las maneras, el<br />

arrepentimiento por las injusticias que había provocado hasta ahora.<br />

III<br />

Fue así, verdaderamente.<br />

<strong>La</strong> noche de la reconciliación marcó una fecha inol<strong>vida</strong>ble para Martino Lori:<br />

inol<strong>vida</strong>ble por muchas razones que él comprendió, o mejor, intuyó enseguida, por la<br />

manera en que ella, al verlo, se le abandonó entre los brazos.<br />

¡Cuánto, cuánto lloró! ¡Pero cuánta, cuánta alegría él bebió en aquellas lágrimas de<br />

arrepentimiento y de amor!<br />

Sus verdaderas nupcias las celebró entonces; desde aquel día tuvo a la compañera<br />

soñada y otro sueño secreto, muy ardiente, se cumplió seguramente en aquella primera<br />

reunificación.<br />

Cuando Martino Lori no pudo tener ninguna duda sobre el estado de su mujer y<br />

cuando ella luego dio a luz a una niña, al ver de qué gratitud, de qué devoción por él y de<br />

qué sacrificios por la hija la maternidad había hecho capaz a aquella mujer, entendió y se<br />

explicó muchas más cosas. Ella quería ser madre. Tal vez ella misma no entendía y no<br />

sabía explicarse esta necesidad secreta de su naturaleza, y por eso antes era tan rara y la<br />

<strong>vida</strong> le parecía insulsa y vacía. Quería ser madre.<br />

<strong>La</strong> felicidad del sueño por fin cumplido fue turbada solo por la caída imprevista del<br />

ministerio del cual el diputado Verona era parte y un poco también, en la sombra, Martino<br />

Lori, su secretario particular.<br />

Lori se mostró quizás más indignado que Verona por la agresión violenta de las<br />

facciones, aliadas casi sin razón para derrotar al ministerio. El diputado Verona, por su<br />

parte, declaró que estaba harto de la <strong>vida</strong> política y que quería retirarse para retomar con<br />

mejores resultados y mayor satisfacción sus interrumpidos estudios.<br />

De hecho, no se presentó a las nuevas elecciones, venciendo las presiones insistentes<br />

de los electores. Se había entusiasmado por una gran obra científica, dejada a medias por<br />

el profesor Bernardo Ascensi. Si su hija, la señora Lori, le hacía el honor de confiársela,<br />

él intentaría continuar los experimentos del maestro y terminar la obra.<br />

A Silvia le hizo muy feliz aquello.<br />

En aquel año de colaboración devota y ferviente se habían estrechado fuertemente los<br />

lazos de amistad entre su marido y Verona. Pero Lori, aunque Verona no le hubiera hecho<br />

pesar nunca su posición y su dignidad y lo tratara ahora con la máxima confianza, con la<br />

máxima cordialidad, hasta tratarle y hacerse tratar de tú, se mostraba tímido y un poco<br />

incómodo, porque siempre veía a un superior en el amigo. Eso le sabía mal a Verona y a<br />

menudo bromeaba al respecto. Lori reía con aquellas bromas, pero con una aflicción<br />

secreta, porque notaba en el alma del amigo una cierta amargura, que día tras día se<br />

volvía más agria. Atribuía la causa al retiro desdeñoso de la <strong>vida</strong> política y de las luchas<br />

parlamentarias; y hablaba de ello con su mujer, le aconsejaba que utilizara aquella<br />

influencia, que parecía tener sobre él, para empujarlo a relanzarse.<br />

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