20.09.2017 Views

La vida desnuda - Luigi Pirandello

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—¿Y tú me lo echas en cara? —gritó Scala—. ¿Tú?<br />

—No echo nada en cara, pero, Dios santo, habría tenido que saber, antes de gastar<br />

este dinero que usted dice, que Lo Cícero no podía vender aquella finca a nadie, porque<br />

me había firmado muchas letras de cambio por un valor que superaba el de la misma<br />

finca.<br />

—Y así —continuó Scala— ¿tú te aprovecharás de mi dinero?<br />

—Yo no me aprovecho de nada —contestó rápido Chiarenza—. Me parece que he<br />

demostrado que, incluso según la estimación que usted hace de la tierra, yo pierdo más de<br />

mil liras.<br />

Saro Trigona intentó interponerse, haciéndole recordar a Chiarenza las doce mil liras<br />

al contado que don Mattia llevaba en la billetera.<br />

—¡El dinero es dinero!<br />

—¡Y vuela! —añadió enseguida Chiarenza—. El mejor uso del dinero hoy está en las<br />

tierras, que lo sepa, querido mío. <strong>La</strong>s letras de cambio son armas de guerra, de doble filo:<br />

la renta sube y baja; mientras la tierra permanece allí, no se mueve.<br />

Don Mattia estuvo de acuerdo y, cambiando de tono y actitud, le habló a Chiarenza<br />

de su largo amor por aquel campo, añadiendo que nunca podría aceptar que se lo quitaran,<br />

después de todos los sacrificios que había soportado. Que Chiarenza se contentara, pues,<br />

por el momento, con el dinero que llevaba consigo, recibiría lo que faltaba, hasta el<br />

último céntimo, de él, ya no de Trigona, aceptando la estimación de veinticuatro mil liras,<br />

como si aquellas seis mil no las hubiera gastado y hasta el saldo de las veinticinco mil, si<br />

quería, es decir, de la deuda entera de Trigona.<br />

—¿Qué más puedo decirte?<br />

Dima Chiarenza escuchó, con los ojos cerrados, impasible, el discurso apasionado de<br />

Scala. Luego le dijo, asumiendo él también otro tono, más fúnebre y grave:<br />

—Escuche, don Mattia. Veo que le importa mucho aquella tierra y con gusto se la<br />

dejaría, para hacerle un favor, si no me encontrara en estas condiciones de salud. ¿Ve<br />

cómo estoy? Los médicos me han aconsejado reposo y aire de campo…<br />

—¡Ah! —exclamó Scala agitado—. ¿Te gustaría irte allá, entonces, a mi lado?<br />

—Además —contestó Chiarenza—, usted ahora no me daría ni la mitad de lo que me<br />

es debido. Quién sabe hasta cuándo tendría que esperar para ser pagado, mientras ahora,<br />

con un leve sacrificio, con aquella tierra, puedo obtener lo mío y cubrir lo necesario para<br />

mi salud. Quiero dejar todo en regla a mis herederos.<br />

—¡No digas esto! —prorrumpió Scala, indignado y furioso—. ¿Tú piensas en los<br />

herederos? ¡No tienes hijos! ¿Piensas en los sobrinos? ¿Justo ahora? Nunca has pensado<br />

en ellos. Di con franqueza: ¡quiero perjudicarte, como siempre te he perjudicado! Ah, ¿no<br />

te ha bastado con destruirme la casa, casi matarme la mujer y hacer que mi único hijo<br />

huyera por desesperación? ¿No te ha bastado con reducirme a la miseria, en recompensa<br />

del bien recibido: quieres quitarme también la tierra donde he sudado sangre? ¿Por qué,<br />

por qué eres tan feroz contra mí? ¿Qué te he hecho? Ni he hablado después de tu traición<br />

de Judas: tenía que pensar en mi esposa, que se moría por tu culpa, en mi hijo<br />

desaparecido por tu culpa: pruebas, pruebas materiales del hurto no tenía para mandarte a<br />

la cárcel y entonces me callé; me he ido allí, a aquellos tres palmos de tierra, mientras<br />

73

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!