20.09.2017 Views

La vida desnuda - Luigi Pirandello

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

LOS TRES PENSAMIENTOS DE LA DEFORME<br />

Todo bien, hasta los nueve años: había nacido bien y bien había crecido.<br />

A los nueve años, como si el destino hubiera extendido desde la sombra una mano<br />

invisible y se la hubiera puesto en la cabeza, diciendo: «¡Hasta aquí!», Clementina, de<br />

repente, se había hecho un ovillo. A poco más de un metro del suelo.<br />

Los médicos, ¡eh!, habían entendido inmediatamente con su ciencia que no crecería<br />

más: problemas linfáticos, caquexia, raquitis…<br />

¡Bravo! Pero ahora las piernas y el busto de Clementina tenían que entenderlo: ¡no<br />

crecerían más! Busto y piernas que, al nacer, se habían empeñado en crecer por fuerza,<br />

sin atender a razones. Al no poder crecer a lo largo, bajo la horrible violencia de aquella<br />

mano que aplastaba, se habían obstinado en crecer transversalmente: las piernas estaban<br />

torcidas; el busto, jorobado, por delante y por detrás. Con tal de crecer…<br />

¿Acaso no crecen así, por otro lado, algunos arbolitos, con nudos y espuelas y<br />

junturas lisiadas? Así. Pero con estas diferencias: que el arbolito no tiene ojos para ver,<br />

corazón para sentir ni mente para pensar, y una pobre deforme, en cambio, sí los tiene;<br />

que el arbolito tullido no es (que se sepa) ridiculizado por aquellos rectos, malquisto por<br />

miedo al mal de ojo, evitado por los pajaritos, y una pobre deforme sí lo es, por los<br />

hombres y también por los niños; y que el arbolito, finalmente, no tiene que hacer el<br />

amor, porque florece en mayo por sí mismo, naturalmente, torcido como es, y en otoño<br />

dará sus frutos, mientras que una pobre deforme…<br />

Vamos, que era algo que estaba mal hecho, y no se podía remediar de ninguna<br />

manera. Si alguien escribe una carta y no le sale bien, la arranca y la escribe de nuevo. ¿Y<br />

una <strong>vida</strong>? Una <strong>vida</strong>, si se arranca una vez, no se puede hacer de nuevo.<br />

Y además, Dios no quiere.<br />

Casi entrarían ganas de no creer en Dios, al ver ciertas cosas. Pero Clementina creía.<br />

Y creía precisamente porque se veía así. ¿Qué otra explicación mejor que esta para todo<br />

aquel gran mal que, inocente, sin culpa alguna, le tocaba sufrir para toda, toda la <strong>vida</strong>, que<br />

es una solamente? Y ella tenía que pasarla toda, toda así, como si fuera una burla, una<br />

broma, soportable durante un minuto solamente. Acaso después estaría recta, sería rápida,<br />

ágil, alta y adiós a toda aquella opresión… Claro que no. Iba a ser así, para siempre.<br />

Dios, ¿eh?, Dios, claro, lo había querido así, por algún propósito secreto. Había que<br />

fingir creérselo, por caridad; porque de otra manera Clementina se desesperaría. Al<br />

explicárselo así, en cambio, incluso podía considerar como un bien todo su gran mal: un<br />

bien sumo y glorioso. Para el más allá, se entiende. Para el cielo. ¡Qué angelito hermoso<br />

sería Clementina en el cielo!<br />

A veces caminando por la calle sonríe a la gente que la mira. Como si quisiera decir:<br />

«No se burlen de mí, vamos, porque, ¿ven?, yo soy la primera que sonríe. Soy así, no me<br />

he hecho yo de este modo, Dios lo ha querido y por tanto, ¡no se aflijan, como no me<br />

aflijo yo, porque, si lo ha querido Dios, estoy segura de que después me dará una<br />

recompensa!».<br />

339

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!