20.09.2017 Views

La vida desnuda - Luigi Pirandello

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

las pinturas que tenían que llegar con nosotros; y que mientras tanto, al haberse enterado<br />

de la desgracia sufrida por su queridísimo amigo el doctor Palumba, enseguida me ha<br />

enviado a mí, Filippo Buffardelli, para darle el pésame. Es más, me presentaré con una<br />

tarjeta de Carlino. Estoy seguro, segurísimo, de que picará el anzuelo. Suponiendo que<br />

realmente me haya conocido una vez y que me reconozca ahora: ¿no soy según él un gran<br />

bufón? Le diré que he querido gastarle esta broma.<br />

Muchos de mis antiguos compañeros habían tenido dificultades para reconocerme al<br />

principio. Y en verdad, sí, me daba cuenta de haber cambiado mucho, tan gordo y<br />

barbudo ahora, sin pelo, ¡ay de mí!<br />

Pregunté por la casa del doctor Palumba y fui a verlo.<br />

¡Ay, qué alivio!<br />

En una sala adornada con todas las elegancias provinciales vi que venía hacia mí un<br />

larguirucho rubio, con papalina y zapatillas bordadas, con el mentón clavado en el pecho<br />

y los labios estirados para afilar la mirada y mirar por encima de las lentes de las gafas.<br />

Enseguida me reanimé.<br />

No: nada, ni una pizca de mí, de mi <strong>vida</strong>, podía estar en aquel hombre.<br />

Nunca lo había visto, seguramente, ni él me había visto a mí.<br />

—¿Cómo ha dicho, perdone?<br />

—Buffardelli, para servirle. Tome: una tarjeta de Carlino Bersi para usted.<br />

—¡Ah, Carlino! ¡Mi Carlino! —prorrumpió exultante el doctor Palumba, apretando<br />

los labios y acercando a ellos aquella tarjeta, casi para besarla—. ¿Y cómo es que no ha<br />

venido? ¿Dónde está? ¿Dónde ha ido? ¡Si supiera cómo deseo volver a verlo! ¡Qué<br />

consuelo sería para mí una visita suya en este momento! Pero vendrá… Sí… me promete<br />

que vendrá… ¡Querido! ¡Querido! ¿Qué le ha pasado?<br />

Le conté lo del equipaje perdido en la aduana de Palermo. ¡Cuánto se afligió aquel<br />

buen hombre! ¿Había algún cuadro de Carlino?<br />

Y empezó a despotricar contra el infame servicio ferroviario, luego me preguntó si<br />

era amigo de Carlino desde hacía mucho tiempo, si vivíamos en la misma casa, en<br />

Roma…<br />

¡Era maravilloso! Me miraba fijamente a través de sus gafas, dirigiéndome aquellas<br />

preguntas, pero no tenía en los ojos otra expresión que no fuera el ansia por descubrir en<br />

mi rostro si mi amistad era sincera como la suya y si mi afecto por Carlino era<br />

comparable con el suyo.<br />

Contesté como pude, sorprendido y conmovido por aquella maravilla; lo empujé a<br />

hablar de mí.<br />

Oh, solo hizo falta el empujoncito leve de una palabra: me embistió un torrente de<br />

anécdotas extravagantes sobre Carlino niño que, en Via San Pietro, lanzaba desde el<br />

balcón flechas de papel al nicho del padre beneficial; sobre Carlino chico, que hacía la<br />

guerra contra sus rivales en la Piazza San Francesco; sobre Carlino en la escuela y<br />

Carlino de vacaciones; sobre cuando le tiraron una col a la cara y por milagro no lo<br />

dejaron ciego; sobre Carlino comediante y titiritero y jinete y luchador y soldado de<br />

infantería y bandido y cazador de serpientes y pescador de ranas; sobre cuando cayó<br />

desde una terraza sobre un almiar y hubiera muerto si una cometa enorme no le hubiera<br />

439

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!