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La vida desnuda - Luigi Pirandello

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Sigamos en orden.<br />

II. El lugar y el hecho. <strong>La</strong> playa de Anzio, en verano, una noche de luna.<br />

Me has hecho de ella tal descripción que no me arriesgo a describirla yo también.<br />

Solamente un detalle: hay demasiadas estrellas, querido. Con la luna casi llena, se ven<br />

pocas. Pero un poeta también puede no tener en cuenta estas cosas, que de hecho existen.<br />

Un poeta puede ver las estrellas cuando no se ven; y viceversa: puede no ver muchas otras<br />

cosas, que todos los demás ven.<br />

El caballero Ballesi ha alquilado una casita en la playa y la señorita Anita está allí, de<br />

vacaciones, con su madre.<br />

Ocupado en Roma, el caballero Ballesi viene y va. Nicolino Respi está radicado en<br />

Anzio, por los baños y el garito, y cada mañana en el agua, y cada noche en el tapete<br />

verde, hace ostentación de sus habilidades.<br />

<strong>La</strong> señorita Anita necesita apagar la llama del desdén y, por esa razón, se entretiene<br />

mucho en el agua. A todas luces no puede competir con Nicolino Respi, pero igualmente,<br />

cual buena nadadora, una mañana se aleja de la playa con él. Nadan y nadan. Todos los<br />

bañistas siguen ansiosos, desde la playa, aquella competición, primero con los ojos<br />

desnudos, después con binoculares.<br />

<strong>La</strong> madre, en cierto momento, ya no quiere mirar más, empieza a agitarse, a trepidar.<br />

Oh, Dios, ¿cómo hará su hija ahora para volver nadando desde tan lejos? Cierto, el<br />

empeño no le bastará… ¡Oh Dios, oh Dios! ¿Dónde está? Dios, qué lejos está… No se<br />

ve… Hay que enviar ayuda, ¡por caridad! ¡Una lancha, una lancha! ¡Que alguien la<br />

ayude!<br />

Y tanto hace y tanto dice que al final dos buenos jóvenes saltan heroicamente a una<br />

lancha y se van con rapidez.<br />

¡Santa inspiración! Porque a la señorita Anita, poco después de que los jóvenes hayan<br />

salido, le da un calambre en una pierna y lanza un grito; Nicolino Respi llega en dos<br />

brazadas y la sostiene, pero la señorita Anita está a punto de desmayarse y se agarra a su<br />

cuello desesperadamente; Nicolino se ve perdido, está a punto de ahogarse con ella; en la<br />

rabia, para que ella lo suelte, le da un mordisco feroz en el cuello. Entonces la señorita<br />

Anita se abandona, inerte; él puede sostenerla, las fuerzas están a punto de fallarle cuando<br />

llega la lancha. El salvamento se ha realizado con éxito.<br />

Pero la señorita Anita debe curarse durante más de una semana del mordisco en el<br />

cuello de Nicolino Respi.<br />

¡Son impresiones que permanecen, Marino mío!<br />

Durante varios días la señorita Anita, cada vez que mueve el cuello, no puede negar<br />

que Nicolino Respi muerde bien. Y aquel mordisco no puede disgustarla, porque le debe<br />

su <strong>vida</strong>.<br />

Todo esto es, en verdad, un antecedente.<br />

Cuando tú, Marino mío, en la magnífica noche de luna, llegaste a Anzio con la<br />

muerte en el corazón, para tener una última conversación con la señorita Anita, ya<br />

oficialmente comprometida con el caballero Ballesi, ella tenía aún en el cuello la<br />

impresión de los dientes de Nicolino Respi.<br />

Según tu confesión, ella te siguió dócil por la playa, se perdió contigo en la lejanía de<br />

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