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Richir, Marc: «Comentario al origen de la geometría»<br />

pretenda establecer hechos determinados” (K. 382 ; OG, 207, la cursiva es nuestra). En<br />

nuestros términos: esto significa que toda investigación histórica, así estuviese animada<br />

por una concepción historicista, supone, por un lado, la institución simbólica de la<br />

Historia (de este modo interpretamos el término “certitud”, destacado por nosotros),<br />

merced a la cual todo está adscrito a un lugar en el orden (simbólico) histórico; por otra<br />

parte supone, además, que esta institución simbólica no sea ni del todo determinada, ni<br />

determinante, que la certitud con que la dispensa no sea exclusiva de una<br />

indeterminación necesaria en la determinabilidad de aquello que, en la investigación,<br />

habrá de determinarse como tal o cual hecho histórico. Dicho de otra forma: por mor de<br />

la articulación de estos dos términos que hemos subrayado, puede Husserl afirmar, al<br />

menos implícitamente, que la institución simbólica de la Historia es siempre<br />

necesariamente correlativa de su parte reflexionante; esta es, en entero rigor, la sola<br />

parte capaz de posibilitar la investigación histórica (articulada necesariamente sobre una<br />

indeterminación inconculcable y principal, en la cual reconocemos la indeterminación<br />

fenomenológica).<br />

Sin embargo – prosigue Husserl –, esta indeterminación habita en el corazón de<br />

nuestro presente, que, en sí mismo y desde un punto de vista histórico, ostenta el rango<br />

de presente primero (K. 382 ; OG, 207). Nosotros interpretamos este hecho adjudicando<br />

a las fases de presencia de lenguaje y de conciencia (incluida la Historia en punto a su<br />

historicidad, es decir, a la creación y reflexión de su sentido) la apertura de la<br />

institución simbólica. Nuestro ser-en-el-mundo es, en entero rigor, tributario de esta<br />

presencia, que no necesitamos “aprender” a partir de un determinado saber instituido.<br />

Así las cosas, conviene afirmar, toda vez que la presencia de la conciencia en relación al<br />

mundo descansa siempre ya en el horizonte de mundo, la existencia de algo en la<br />

“certitud de horizonte” (Horizontgewissheit) que escapa a la institución simbólica. Es en<br />

aquél donde se plantean todas las cuestiones relativas a lo desconocido, las obras, las<br />

creaciones y las transformaciones sostenidas por el proyecto-de-mundo, que es<br />

originariamente común, a despecho de los sujetos y de las épocas históricas. La<br />

humanidad es una a través de la Historia y de las culturas; posee, en la diversidad de sus<br />

formas, el mismo “saber” – y las comillas son de Husserl – universal de horizonte que<br />

es menester elucidar en su estructura de esencia (cf. K. 382 ; OG, 207-208).<br />

Resumimos, aun a riesgo de resultar enojosos, todo el pasaje relativo a la imbricación de<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año VI, 34 (septiembre 2010). http://www.revistadefilosofia.com 95

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