30.03.2024 Aufrufe

Diseño de libro Madame Bovary, portada, ilustraciones e interiores.

Erfolgreiche ePaper selbst erstellen

Machen Sie aus Ihren PDF Publikationen ein blätterbares Flipbook mit unserer einzigartigen Google optimierten e-Paper Software.

Capítulo VIII

su vestido de barés, extendido sobre la cama. A Carlos

le apretaba el pantalón en el vientre.

—Las trabillas me van a molestar para bailar

—dijo.

—¿Bailar? —replicó Emma.

—¡Sí!

—¡Pero has perdido la cabeza!, se burlarían

de ti, quédate en tu sitio.

Además, es más propio para un médico —

añadió ella.

Carlos se calló. Se paseaba por toda la habitación

esperando que Emma terminase de vestirse.

La veía por detrás, en el espejo, entre dos candelabros.

Sus ojos negros parecían más negros. Sus

bandós, suavemente ahuecados hacia las orejas,

brillaban con un destello azul; en su moño temblaba

una rosa sobre un tallo móvil, con gotas de agua

artificiales en la punta de sus hojas. Llevaba un vestido

de azafrán pálido, adornado con ramilletes de

rosas de pitiminí mezcladas con verde.

Carlos fue a besarle en el hombro.

—¡Déjame! — le dijo ella—. Me arrugas el vestido.

Se oyó un ritornelo de un violín y los sonidos

de una trompa. Ella bajó la escalera, conteniéndose

para no correr.

Habían empezado las contradanzas. Llegaba

la gente. Se empujaban.

Emma se situó cerca de la puerta, en una

banqueta.

Terminada la contradanza, quedó libre la pista

para los grupos de hombres que charlaban de pie

y los servidores de librea que traían grandes bandejas.

En la fila de las mujeres sentadas, los abanicos

pintados se agitaban, los ramilletes de flores medio

ocultaban la sonrisa de las caras, y los frascos con

99

Hurra! Ihre Datei wurde hochgeladen und ist bereit für die Veröffentlichung.

Erfolgreich gespeichert!

Leider ist etwas schief gelaufen!