30.03.2024 Aufrufe

Diseño de libro Madame Bovary, portada, ilustraciones e interiores.

Sie wollen auch ein ePaper? Erhöhen Sie die Reichweite Ihrer Titel.

YUMPU macht aus Druck-PDFs automatisch weboptimierte ePaper, die Google liebt.

Madame Bovary

repitió:

—¿Dónde están los caballos?, ¿dónde están

los caballos?

Entonces Rodolfo, con una extraña sonrisa y

con la mirada fija, los dientes apretados, se adelantó

abriendo los brazos. Ella retrocedió temblando. Balbuceaba:

—¡Oh! ¡Usted me da miedo! ¡Me hace daño!

Vámonos.

Y él se volvió enseguida respetuoso, acariciador,

tímido.

—Ya que no hay más remedio —replicó él,

cambiando de talante.

Emma le ofreció su brazo. Dieron vuelta. Él

decía:

—¿Qué le pasaba? ¿Por qué? No la he entendido.

Usted se equivoca conmigo sin duda. Usted

está en mi alma como una madona sobre un pedestal,

en un lugar elevado, sólido a inmaculado. Pero

la necesito para vivir. ¡Necesito sus ojos, su voz, su

pensamiento! ¡Sea mi amiga, mi hermana, mi ángel!

Y alargaba el brazo y le estrechaba la cintura. Ella

trataba débilmente de desprenderse.

Él la retenía así, caminando.

Pero oyeron los dos caballos que ramoneaban

el follaje.

—¡Oh!, un poco más —dijo Rodolfo—. ¡No nos

vayamos!, ¡quédese!

La llevó más lejos, alrededor de un pequeño

estanque, donde las lentejas de agua formaban una

capa verde sobre las ondas. Unos nenúfares marchitos

se mantenían inmóviles entre los juncos. Al ruido

de sus pasos en la hierba, unas ranas saltaban

para esconderse.

—Hago mal, hago mal —decía ella—. Soy una

278

Hurra! Ihre Datei wurde hochgeladen und ist bereit für die Veröffentlichung.

Erfolgreich gespeichert!

Leider ist etwas schief gelaufen!